martes, 26 de agosto de 2008

Adormecimiento

Antes hablaba de mis ex como quien habla del tiempo. Me hablaba a mí misma mientras hacía la cama, me preparaba el desayuno y me arreglaba para ir a la U o a la pega. Hablaba de lo bueno, lo malo, lo que nunca debí aceptar, etc. Creí que nunca me aburriría de mirar hacia atrás.

Y ahora que tengo la oportunidad de despellejarlos con palabras... Me cansa recordar. De los cuatro, solo uno sigue clavado en mi cabeza, pero sin tanta fuerza como antes. Estos últimos días fui capaz de conectarme y desconectarme de MSN sin escribirle nada, algo que en mayo de este año era impensable.

Froilán es de esos muchachos con los que da gusto conversar, pero que son huidizos. Esa característica aceitosa y defensiva me dio dolores de cabeza memorables. Hablo en pretérito perfecto porque me obsesioné con fragmentos que no le hacen el peso a la totalidad. Tenía la estúpida idea de que una mirada, conversación y sonrisa hermosas importaban más que todo lo demás. Ja.

Al final, logré entender que solo se trata de una atracción intelectual. En otros aspectos no pasa nada. ¿Y qué resulta en esos casos? Pues se gana un amigo.

Ah, eso sí es posible. El amor verdadero no puede dominarse. Sin embargo, ¿existe amor verdadero si no hay correspondencia? ¿No se le llama "amor" a ese sentimiento mutuo que mueve montañas? Si me baso en esa premisa, el amor no correspondido/no verdadero es algo que uno crea, es una ilusión moldeada. Si la dominas, la obligas a dormir y puedes convertirla en un cariño tibio. O en nada.

Con Froilán estoy así. Viéndolo poco y tratando de adormecer esa ilusión. Hasta el momento me está resultando. Espero que, en unos meses más, pueda decir que la misión fue un éxito rotundo. Veremos qué pasa cuando me diga que está pololeando con una más linda y más inteligente, jaja.

Mil Diez

Nunca aprendo

Creo que este año tuve el mejor cumpleaños de mi vida. Celebré en familia, con los amigos, bailé hasta caer muerta y me tomé hasta la molestia. Era perfecto. Digo “era” porque todo iba de lujo hasta que tenía que llamarme el Innombrable para decirme “¡Feliz Cumpleaños! Que tengas un día súper”. O sea, no me llamó. El muy breva me envió un correo, pero para mí que vivo y respiro a través de la web, es lo mismo.

¿Quién se ha creído que es? ¿Por qué tiene que andarme deseando una vida feliz cuando lo único que quiero es verlo arder en el Infierno? Lo que más me dio rabia es que de verdad me agrió el día. Y que no pude contenerme y responderle que se metiera sus buenos deseos por donde le cupieran porque hace harto rato que no son mutuos.

“Lo maté con esa frase”, pensé ingenuamente, “ahora debe estar arrepintiéndose y revolcándose en la cama con su nueva peuca para olvidar las penas” (Innombrable siempre pasaba sus penas revolcándose con gente, menos conmigo claramente). Pero el muy madafaka me respondió “Uy, me haces llorar”.

Ahí me fui a la mierda. Ando de un humor asqueroso, con ganas de quemar vivo a medio mundo, empezando por Innombrable, obvio. Me da rabia que todavía despierte esta rabia en mí, que todavía no pueda asimilar las cosas que pasaron. Que vea a Príncipe (mi flamante nuevo novio) con ojos desconfiados de vez en cuando, pensando que se demora para llegar a nuestras citas porque su mistress no lo deja irse.

¡¡¡Arg, furia infinita, ardiente y fulminante!!! Te maldigo, Innombrable en el nombre de la Luna y de todas las mujeres que has hecho sufrir. ¿Por qué no fui polite no más y le respondí con un escueto “Gracias”? O aún mejor, ¿cómo no se me ocurrió sencillamente borrar el correo y hacer como si jamás lo hubiese visto? A pesar de que esa fue mi acción inicial, no pude sino ir a buscar el maldito email y tenía que responderle.

¿Alguien sabe dónde dictan clases de manejo de ira?

Rabiosa

jueves, 14 de agosto de 2008

El imperfecto final feliz

A veces creo que la fuente de mis conflictos está en la infancia, cuando me da por ponerme medio psicoanalítica y empiezo a buscar la raíz de mis problemas amorosos en el Edipo o las relaciones interpersonales que construí cuando niña. El asunto es que nunca he logrado encajar en un prototipo de algo así como normalidad, entendiendo por normalidad lo que la sociedad considera aceptable.
.
Nunca fui la reina de la fiesta de graduación. Tampoco la niña que encontró al amor de su vida en el colegio y siguió de novia con él hasta que terminaron la universidad para casarse. No fui perfecta ni popular, a ratos fui bastante antisocial, escondiéndome detrás de libros, dibujos, relatos, y comunicándome solo con mi mejor amiga. Ella era tan freak como yo, así que hacíamos un buen dúo.
.
Me habría gustado, a veces, que la historia hubiese sido así. Chica conoce chico, se enamoran, tiene todas sus "primeras veces" con él (primer beso, primera relación sexual, primer noviazgo, etc.), y acaban por casarse y pasar la vida juntos. Pero no fue así. No soy el "gran amor" de nadie, y nadie es el mío. No tengo una "historia perfecta", el príncipe azul. En vez de eso, tengo una sucesión de relaciones fallidas, unas más serias o largas que otras. Soy el tipo de personas que en vez de estar destinada a un solo gran amor, está destinada a dar un montón de tumbos y muchas equivocaciones antes de hacer algo realmente bien. En vez de una gran historia perfecta, una sucesión de pequeñas historias imperfectas, una serie de fragmentos.

Alonso fue mi relación más larga, y en muchos aspectos, también la más tortuosa. De ésas en las que te quedas luchando por la relación aunque sabes que estás luchando sola, y todas las noches antes de dormir te aguantas las ganas de llorar porque sientes que el barco se hunde y no puedes hacer nada por salvarlo, por más que lo intentas. Y después de un tiempo te das cuenta que quizás nunca debiste haberlo intentado tanto.
No me arrepiento de nuestras idas y vueltas. Creo que es perfectamente válido creer que si las circunstancias cambian, quizás las cosas puedan ser diferentes. Pero a veces pasa que no. Que cambian y cambian las circunstancias, pero no las personas. Y si cambian, no siempre es para bien.
.
Ahora lo veo todo tan claramente que me siento estúpida. Estúpida por haber dado absolutamente todo de mí porque funcionara, cuando él no daba nada. Estaba tan sumido en su propios problemas, en su propio ego (ese ego que no significa que seas una persona muy segura ni que irradies autoestima, sino que sólo piensas en ti, aunque sea de manera autocompasiva) que no hizo nada por nosotros. Y yo pensaba "Está mal, tengo que tratar de ayudarlo, yo puedo tratar de mantener la relación viva, aunque sea sola, yo lo llamo, yo voy a su casa, yo lo sorprendo con pequeñas cosas para que se sienta mejor". Ahora veo mi error. Le di todo en bandeja. El no tenía que hacer nada, yo hacía todo. Y de pronto, ya no había una relación, solo estaba yo, más sola que nunca, al lado de una persona que decía que me amaba, pero que no tenía ninguna acción ni gesto que lo demostrara.
.
Creo que el problema fue que Alonso fue el primer hombre que me amó, o al menos, dijo hacerlo. Y apareció tarde, cuando yo ya estaba en la Universidad, ya tenía un listado de relaciones fallidas, ya había tenido todas mis "primeras veces" con las personas equivocadas y pensé que nadie más me iba a amar. Que ésta no podía ser una relación fallida más, había que hacerla funcionar, como fuera. No iba a fallar por mi culpa, esta vez no lo iba a arruinar, iba a ser mi historia perfecta. Y así lo arruiné. Me entregué tanto que casi me perdí en el camino, y cuando las circunstancias por fin cambiaron y él declaró estar listo para amarme, ya era tarde. Yo estaba demasiado agotada y no tenía nada más para dar. Lo había dado todo. Volví con él y lo intenté, pero no lo logré y volvimos a terminar. Me rogó infinitamente, y cuando volvimos una vez más resultó que él se había hartado y comenzó a menospreciarme cada vez que tenía la oportunidad. Y a veces lo odio por no habérmelo dicho a tiempo, por haber aceptado volver sólo para hacer eso, para destruir los buenos recuerdos que podría haber guardado de él. Pero pienso que también debió hacerlo por las razones equivocadas. Que acaso también se aferró demasiado a mí pensando que si conmigo no resultaba, no resultaría con nadie. Pero resultó que sí había alguien y no era yo.
.
Ella es el gran amor de su vida y yo… no soy el gran amor de nadie. Sigo dando botes, y los seguiré dando, viviendo mi vida anormal y disfrutando de mis historias imperfectas. Pero al menos esta vez las disfrutaré y no me torturaré. Porque ante la certeza de que mi vida esta compuesta por esta sucesión de imperfecciones, ahora que finalmente lo acepté y no siento que tengo que forjarme la historia perfecta a costa de lo que sea, ya no tengo nada que perder, nada que arruinar, y puedo simplemente dedicarme a vivir tranquila.
.
Faye

lunes, 11 de agosto de 2008

La noticia

Después de meses tratando de ocultar mis problemas de pareja, pensando y autoconvenciéndome que eran ideas mías y que cómo podía tener problemas con Esteban, que era un chico tan bueno... y no sólo porque yo me lo imaginara: todo el mundo estaba de acuerdo en que era un ángel, lo mejor que podría haberme pasado y era realmente malvada si no besaba el suelo que pisaba... luego de todo ese tiempo sintiéndome infinitamente infeliz e incomprendida por no poder contarle a nadie sobre lo poco libre y tremendamente sola que me sentía, de pronto llegó ese minuto en que la cuerda no dio más y rompimos, sin posibilidad de vuelta atrás.

Ese día di vueltas durante horas pensando en cómo decirle a mi familia que había terminado con el hijo que mis padres siempre desearon, el 'niño bueno y ejemplar' que no paraban de poner en altares y que sin duda no tenía un igual en este planeta ni en ningún otro. Me torturaba pensando que quizás debí contarles de las peleas que habíamos tenido en vez de siempre restarle importancia a las cosas, sospechando que me familia en pleno se pondría del lado de él diciéndome que 'algo debía haber hecho para que se enojara conmigo', así que decidí guardarme la noticia durante un tiempo para asimilarla tranquilamente, sin recriminaciones familiares mediante.

Cuando por fin pude decir "Esteban y yo terminamos" como quien dice "mañana va a llover", lejos de recibir la mirada reprobatoria que esperaba noté que mi hermana y mis padres empezaban a sonreír, llenos de una alegría que me desconcertó... pues resultó ser que el 'candidato perfecto' los tenía hartos con su comportamiento 'egoísta, desconsiderado' y, por si fuera poco, mañoso.

Entonces me pregunté por qué no me lo dijeron antes, por qué le celebraban cada una de las gracias si en verdad no lo soportaban y esperaron hasta último minuto para ponerse 'de mi lado'.

Fue cómico ir viendo esa reacción en cadena: todos los que pensaban en Esteban como un pan de Dios iban cambiando de parecer y mostrando sus reales caras. Hasta los amigos en común estaban asqueados con su forma de ser y de pronto ser "la Ex" me convirtió en el paño de lágrimas del resto, como si hubiesen sido ellos y no yo los que rompieron con él. Al final, todos estaban en el mismo dilema que tuve yo pensando que nadie podía ser tan monstruo de tener el más mínimo problema con Esteban, eso era de locos.

Pero ¿qué es la cordura sino la locura vista con otros ojos?


Liss

miércoles, 6 de agosto de 2008

El Innombrable

Siempre espero encontrarme con el Ex en alguna parte. He perdido largas horas imaginando situaciones hipotéticas para ese encuentro.

A veces lo imagino estando él solo y yo con mi flamante nuevo novio. Ver el rostro del Ex rojo de rabia y de celos. Que no pueda despegarme los ojos de encima.

Otras, me gustaría encontrar a su novia nueva (con la que me engañó) en actitudes sospechosas con otro hombre. O a él mismo con otra mujer. Verlo y que mi sonrisa cubra mi rostro, sabiendo que la venganza al fin ha tocado mi puerta.

Quiero restregarle en su cara que sin él soy feliz, soy libre, soy una mujer nueva y liberada. Hacer que se sienta la peor escoria del planeta por haberme dejado ir, por haberme tratado como lo hizo. Hacer que se arrepienta y sufra todos los días por el resto de su maldita vida. Pero nunca pasa nada.

No lo veo hace varios meses ya y las únicas noticias interesantes que he tenido son las nuevas adiciones a la larga lista de mujeres con las que me engañó. Mal.

Y ya que no lo veo, muchas veces me he encontrado escribiéndole correos incendiarios, en donde le digo que de verdad creo que todo lo malo que pasó entre nosotros es su culpa. Que yo jamás le mentí, ni lo engañé. Que aguanté su nula capacidad de sociabilizar y dejé de salir por casi tres años. Y lo peor ocurre cuando empiezo a hablar del sexo (casi inexistente) entre los dos.

Tengo ganas de publicar a los cuatro vientos que la sola idea de follar con él me repelía tanto que las pocas veces que nos acostamos siempre terminé llorando, porque quería estar en cualquier lugar menos ahí. Que por su culpa pasé años convenciéndome que el sexo no era importante, que la gente le daba mucha importancia, que lo de verdad importante era la trascendencia del amor entre dos personas. Que luego de que definitivamente terminamos pasaron meses, MESES, antes de que la idea de que otro hombre me tocara no me causara angustia y pánico. Me sentía como la víctima de una violación que se repitió muchas veces. Y lo que me da aún más rabia es pensar que con ese monstruo ególatra y antisocial perdí mi virginidad.

Y siempre termino preguntándome lo mismo: ¿cómo aguanté tanto? ¿Cómo pude justificar sus engaños una y otra vez? ¿Cómo permití que me usara una y otra y otra vez hasta el cansancio?

Lo bueno es que he llegado a varias conclusiones:

Lo que sentía por él no era amor, sino dependencia. Como el alcohólico depende de su botella, yo dependía de él.

No hay mal que por bien no venga. Ahora parezco una adolescente en plena revolución hormonal, queriendo acostarme con mi pololo a toda hora y en todo lugar. Quién lo diría, luego de que el Ex me tenía convencida de que yo era frígida.

El Ex me ha dado buenos motivos para canalizar mi ira escribiendo, lo que ha tenido buenos frutos en mi escritura (espero).

Sin embargo, el saber que está feliz, que desde que terminamos lo ha sido aún más, me llena de furia y de peticiones de Justicia Divina. ¿Por qué tuve que seguirlo pasando mal tanto tiempo y el Ex lo ha estado pasando tan bien? Ni siquiera me voy a meter a hacer comentarios sobre cómo tuve que convertirlo en persona relativamente decente, al menos no ahora.

Rabia. Pura rabia me inunda cuando pienso en el Ex. Por eso, nunca voy a volver a perdonar a nadie.

Atentamente,
La Rabiosa

 
Template by suckmylolly.com : header image font "Beauties by Bill Ward"