jueves, 1 de enero de 2009

Años no tan nuevos

Recuerdo años atrás, haber pasado algun año nuevo quemando viejas cartas en un intento por hacer algun acto simbólico que ayudara a mi mente a ponerle un cierre definitivo a esa relación que todavía me dolía al recordarla, por más tiempo que pasara desde su término.

Recuerdo haber releído las cartas antes de quemarlas, y sentir que todo fue una gran mentira. Recuerdo haber derramado un par de lágrimas mientras veía el fuego consumirlas lentamente. Recuerdo haber sentido que esas cartas, esas palabras, esas promesas, todo lo que yo atesoraba con cariño cuando Alonso y yo estábamos juntos, y que al terminar seguía guardando como lindos recuerdos de lo que ese hombre al que yo amé tanto alguna vez sintió por mí, ya no valía nada, ya no era un lindo recuerdo, solo una pesadilla algo lejana y recurrente, de ésas que vuelven cuando ya crees haberlas olvidado, y de la cual lo único que quieres es deshacerte.

Quemar cartas no sirvió de nada. Confrontar a Alonso un día cualquiera por MSN, aprovechando que entré a una cuenta de correos antigua, que ya no uso, para tratar de contactar a otra persona y justo me lo encontré ahí conectado, eso sirvió mucho más. Porque por fin me dio algunas respuestas que me debía desde el momento en que terminamos. Respuestas que dolieron pero que eran necesarias, tanto como enfrentar la realidad. La realidad de que él era feliz en otra parte, con una vida ya muy distinta a la que llevaba cuando estébamos juntos y con otra persona. Que yo ni siquiera quería recuperarlo, que sólo me pegaba cabezazos contra la pared, en parte por costumbre, en parte porque imaginar otro amor como el que viví con él era demasiado difícil y me resultaba chocante que él hubiese podido seguir adelante con tanta facilidad. El tuvo los cambios que necesitaba, yo no. Pero a partir de ese día, commencé a tenerlos. Mi vida no cambió de golpe como la de él, que se cambió de carrera, que salió de la depresión, que conoció a una chica nueva. Yo sólo cambié un switch mental. Y era todo lo que necesitaba, para seguir adelante, para dejar de lamentarme, para dejar de extrañar. Nada de quemar cartas ni hacer un ridículo ritual de año nuevo, sólo enfrentar las cosas como eran, comprender que podía quedarme estancada y seguir lamentándome de todo lo que nunca fue, o seguir adelante, alejarme definitivamente y buscar mi propio camino. Y eso hice.

Ahora empiezo el 2009. Alonso es un recuerdo que ya siento muy lejano. Rara vez pienso en él ahora, y cuando lo hago generalmente solo le deseo que su vida siga bien. Me he dado cuenta que los exs a veces son como fantasmas. Dejamos que nos persigan una cantidad indefinida de tiempo, que nos penen y aunque no los veamos, les otorgamos un poder enorme. Hay otras veces en las que solo los recordamos como eventos anecdoticos de nuestro pasado y eso quisiera hacer yo en este blog, pero lo cierto es que no siempre lo he hecho. A veces he seguido dejando que los fantasmas me persigan. Ahora en vez de quemar cartas recibí una muy linda, de alguien que dice quererme mucho. Y yo la veo y me pregunto si no terminare algun día quemándola en un inutil intento por olvidar. Pero no es el fantasma de Alonso el que me hace preguntármelo, es el fantasma de “el ex”, cuando te da por pensar que toda nueva relacion que comienzas puede terminar dándote un ex más. ¿Qué puedo decir? Es un riesgo que hay que corer, que yo seguiré corriendo, aunque termine con 40 años y exs suficientes no para un blog, sino para una serie de libros con eternas secuelas. Al menos, seguiré teniendo material para escribir para rato.

Faye

3 comentarios:

Melpómene dijo...

las cartas, tinta y el poder que le damos.

lo he dicho..

El poder que le damos...

uno le da el valor a las cosas...

un beso...


feliz año, deseando un buen inicio

Myriam dijo...

Cuán cierto es eso de que dotamos a algunos fantasmas de un gran poder sobre nuestras vidas.

Por harto tiempo me perseguí con cierto ex. A partir de un hecho real, me volví un poco más paranoica de lo que soy habitualmente.

A los fantasmas hay que darles exactamente el lugar que se merecen, sin darles ni más ni menos que la importancia que realmente tuvieron... pero no es algo tan fácil de hacer como parece.

Abrazotes y feliz año nuevo!!!

Karenvon dijo...

El poder al fantasma se lo otorga uno, yo también me di cuenta el año pasado que fantasmas que uno creía olvidados (y no hablode exs, si no de gente que pasa por nuestra vida en gral) viven, y no viven de arrepentimiento o de extrañar, viven porque no hemos sabido terminar las historias con la realidad cruda y cruel... y hemos querido disfrazar el dolor real en llanto de víctima desconsolado... yo me di cuenta que tenía fantasmas muy vivos en mi vida, fantasmas que no había querido enfrentar, y fantasmas que llevaba a cuestas de puro tonta, por no querer dañar...y quién se preguntó el daño que yo llevaba...NADIE... así que no más fantasmas...no más expectros, no más daño..

 
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