domingo, 26 de abril de 2009

Celoso, ¿él?

Quiero considerar esta entrada como una continuación de la entrada que mi amiga Liss escribió hace un tiempo, pero algo así como su contraparte. Se trata de celos, pero cuando los celos no provienen precisamente de nuestras mentes... sino de las de nuestras parejas.

Siento que en las relaciones me ha tocado ser víctima de los celos. Pero no precisamente de celos míos, sino de los de mi pareja. Lo más gracioso de todo, es que cada vez que pregunté si yo daba razones para que el susodicho de turno sintiera celos (se lo pregunté a mi pareja tanto como a otras personas), la respuesta siempre fue negativa. Al parecer yo era una buena polola y nada coqueta con otros hombres cuando estaba en pareja (lo que una hace soltera ya es otro cuento).

¿La conclusión? Los inseguros posiblemente eran ellos. Pero no todos los celos nacen de la inseguridad, si bien suele ser un caso común. Hay celos justificados, que me ha tocado ver en otros y sentir por mí misma, cuando el ser humano percibe una amenaza, bastante real por lo demás, sientes celos y el tiempo acaba por darte la razón en haberlos sentido. Hay veces en las que esta “amenaza” es mas real o más fuerte que en otras. Pero, para entenderlo mejor, opté por hacer un desglose de los distintos tipos de celos que me ha tocado vivir/ver/enfrentar.

1.- El Territorial. Acá identifico algo que no percibo como “celos” al 100%, sino más bien como territorialidad. Sí, ese instinto animal de proteger el territorio. “Echar la meada” como diríamos en buen chileno. En general, ocurre cuando el ser territorial siente que alguien está mirando con deseo su territorio. Puede que esto ni siquiera constituya una amenaza real, que el intruso realmente no tenga ningún atractivo para una, ni posibilidad alguna en el campo de juego. Yo solía preguntarle a un ex particularmente territorial que si realmente creía que yo me metería con fulano, aún cuando estuviese soltera. Mi ex sabía que no lo haría, pero se molestaba igual. Por eso opino que no son celos propiamente tales, es mera territorialidad, la molestia de ver a alguien con ganas de tener lo que es tuyo. Mi ex territorial, ante eso, me respondía “pero sé que le gustas y eso me molesta”. Yo contestaba “pero si sabes que yo jamás me metería con él y jamás te engañaría”. A lo que él admitia que sí, lo sabía, pero le molestaba igual. ¿Por qué? Porque es su territorio. Y nadie tiene por qué andar mirándolo (Desde su perspectiva, claramente, conozco a otros que cuando les ocurre eso, les da lo mismo porque saben que estás con él y sólo sienten lastima por el pobre intruso, que desea algo que no puede tener y que ellos saben que es suyo. Una forma de pensar que me parece mucho mas tranquilizadora y práctica, si me preguntan a mí) .

2.- El Inseguro. Este celoso es muchas veces el más insoportable. Porque sus inseguridades no son culpa tuya y no hay nada que puedas hacer para solucionarlas. El territorial se suele saber territorial y generalmente no molesta mucho, no hace escándalos de territorialidad, sólo le molesta que miren lo que es de él. Pero el inseguro muchas veces no distingue entre celos reales y justificados y lo que su propia inseguridad está creando. Y esto lo puede llevar a situaciones nefastas. En el fondo, reacciona cada vez que alguien de algún modo ataca algunas de sus inseguridades. Si aparece un tipo que justo tiene o hace algo que él no (o con respecto a lo cual él siente inseguridad), si siente que otro te puede ofrecer algo que él no puede, etc. El problema es que lo más posible es que él no vea que tú estás feliz con él y no tiene nada de qué preocuparse, que son sólo inseguridades suyas, y termine por achacarte el tema a ti. "Tú necesitas otra cosa", "tú estarías mejor con Juanito que es de tal y cual manera", "ándate con él mejor porque a él le gusta X cosa como a ti". Tú no encuentras como decirle que no joda por tonterías, si tú sólo quieres estar con él, porque no hay forma de hacerlo entender hasta que el ataque de inseguridad se calme y te pida disculpas por el show. Pero cuidado, que a menos que solucione sus propias inseguridades, el problema puede adormecerse, pero seguirá ahí. Y lo más probable es que vuelvas a tener más de algún espectáculo desagradable.

3.- El Amenazado. Este es un celoso más comprensible, en mi opinión (por otro lado, me dicen que en estas cosas yo soy muy comprensiva con temas que no debería ni siquiera aguantar, pero bueno, juzguen ustedes ). Es cuando el celoso siente una amenaza, que es posible que sea real y puede que no, pero es amenaza al fin y al cabo. No se trata de que una ande coqueteando con cuanto chico atractivo pase por la calle, sino que se trata de que el celoso percibe que podrías tener con alguien algo que quizás no tienes con él. Es similar al "inseguro" pero con una base más real. De repente ocurre que tanto hombres como mujeres tenemos algún amigo del sexo opuesto, con quien quizás tienes una relación muy cercana, se cuentan muchas cosas, hay mucha confianza, se conocen desde hace mucho, qué sé yo, y aquí es donde el celoso se siente amenazado. Ve que otra persona ademas de él te brinda algo especial (algo que quizás él siente que no te puede dar de igual manera) y no es precisamente la mejor amiga con la que sales de compras. Y claro, teme que en algún momento generes una onda de “más que amistad” con esta persona y lo dejes por él.
A mí me pasaba que tenía un amigo con quien salí un par de veces hace mucho tiempo pero las cosas nunca se dieron de manera tal que pudiésemos efectivamente ser pareja. Y aunque ambos lo teníamos superado y sólo sentíamos amistad, un ex mío que conocía la historia, se sentía amenazado por él. “Es que siempre van a tener onda", "es que él siempre te va a mirar con ganas", "cuando tienes algo con alguien no puedes ser su amigo después, siempre va a pasar algo más". Yo no encontraba cómo explicarle que a mí realmente este tipo no me interesaba, que la única persona con la que quería estar era él, mi pareja. Pero él se pasaba rollos, por más que yo cortara lazos con "la amenaza". Si mi ex sabía que de casualidad íbamos a coincidir en algún carrete (teníamos amigos en común), había drama. En este caso yo podía entender la amenaza, encontraba que tenía más base que una mera inseguridad, pero tampoco podía hacer mucho además de asegurarle que con él no pasaba nada, que ya ni siquiera me gustaba, y tratar de reducir la relación con él a lo justo y necesario.
La verdad es que muchas veces acá se mezclan los celosos, no todo el mundo reacciona igual al sentir una amenaza, pero si además hay inseguridad de por medio, el resultado va a ser considerablemente peor. Si hablamos de una persona más bien segura de sí misma y de su relación contigo, seguramente puede sentirse amenazado, pero sabrá manejarlo bien, y cuando le asegures tus sentimientos se tranquilizará y confiará en ti. Pero una también tiene cierta responsabilidad al crear este tipo de situaciones, y hay que ser más cuidadosa. No hay que echarle más leña al fuego. La idea es no perder ninguna amistad por tu pololeo (si lo haces, es que o bien había un mal pololeo o una mala amistad), pero tampoco hay que ser desubicada. Hay que mantener los márgenes de lo que no te gustaría que te hicieran y no te gustaría tener que aguantar a ti.

Creo que tenía más grupos en mente, pero en este momento no logro recordarlos. Tú, cuáles conoces, te ha tocado ver/aguantar o sientes que le faltan a esta lista? O bien, ¿como qué tipo de celosa te clasificarías?


Faye

miércoles, 22 de abril de 2009

Para N

Hoy quisiera dedicar esta entrada a una amiga muy querida que, por amores y desamores, se encuentra en este minuto muy triste y aproblemada.

Más de alguna ha tenido en su minuto una amiga por la que estar preocupada, y sin duda todas hemos preocupado a más de alguien con nuestras desventuras venturosas, pues de eso se trata la amistad: estar ahí cuando te necesitan, aunque sea para agarrar a golpes a alguien que no quiere mirar de frente la realidad.

Querida N, luego de años de felicidades y tropiezos, has decidido terminar tu eterna relación con JP, y le digo eterna porque aquellos que te vimos sufrir mientras estabas a su lado, aquellos que te perdimos durante todo ese tiempo y que quedamos esperándote en más de una ocasión mientras el café se enfriaba y el pastel se mosqueaba, no parábamos de preguntarnos hasta cuándo ibas a aguantar sus irracionales celos y su manía territorialista que saltaba al más mínimo saludo en facebook.

N, después de tanto tiempo, ahora que por fin entendiste lo que tantas veces te quisimos decir (o simplemente te dijimos, llenos de rabia hacia él), me gustaría pensar que no vas a dar paso atrás... a pesar de su constante acoso, a pesar de que se haya vuelto aún más sicópata para perseguirte desde que le dijiste que ya no más.

Verás, amiga mía, es precisamente por cómo te está hostigando que debes terminar de alejarte de él. Si vuelves, le reafirmarás la idea de que, a fin de cuentas le perteneces y puede hacer lo que quiera contigo, y ya no sólo basurearte en público y basurear a tus amigos para evitar que se te acerquen.

Ese es un patrón de comportamiento agresivo que, en tus estudios y actual trabajo, estoy segura que habrás visto en más de alguna ocasión, y como amiga tuya que soy, no aguantaría que ese desgraciado te ponga una mano encima, si es que no lo ha hecho ni te ha amenazado con eso todavía.

Querida N, por favor, no desoigas mi consejo. No estás sola, acá estoy yo para escucharte todo lo que tengas que llorar, acá estoy para abrazarte cuando sea necesario, y así como yo, tienes muchos amigos que correrían por ti, para asegurarte que estarás bien.

Total, la pena es sólo un momento que ya pasará. Luego, sólo nos queda aprender de lo vivido.

Con mucho cariño,



Liss

lunes, 20 de abril de 2009

Botar el lastre

Hay personas que te marcan, a quienes conoces de la nada y que te impresionan fuertemente. Suele nacer una amistad comprensiva, donde ambos están en la misma longitud de onda, donde fluye comodidad. Lamentablemente, no es eterna y, si una de las dos personas no pone de su parte, la amistad se muere.

Hoy decidí ponerle fin a una amistad de ésas. Lo intenté varias veces, pero no me resultaba. Me quedaba pegada en las sensaciones que tuve hace años y no quería ver el vacío actual. Me sentía tensa cuando me juntaba con él, le di miles de vueltas al tema para buscarle una explicación y, cuando conseguía una, se venía abajo con la siguiente junta.

Quizás no quise tener nada claro. Sí, lo quería, hubo un pololeo que no resultó y deseé mantener la amistad, todo porque él me marcó. Sin embargo, era yo la que más llamaba, la que más buscaba, la que proponía fecha y hora para la junta. Él sólo decía si podía o no.

¿Vale la pena jugársela por alguien que ya no te considera una parte importante de su vida? ¿Que no lo demuestra? ¿Que te dice que "fuiste" alguien importante, que "lo ayudaste mucho", pero no habla en presente?

Antes creía que sí. No obstante, he llegado a otra conclusión.

Sé que no soy perfecta ni la mejor amiga del mundo; que pongo barreras entre los demás y yo, que no busco y que me alejo. Pero también tengo la certeza de que no merezco perder tiempo, energía y cariño en alguien que no lo quiere ni lo necesita, porque pierdo yo y pierden las personas a las que sí les importo.

Por eso, me aburrí. Espero que esta sea la última entrada en la que hable de él, que fue un buen tipo, pero me recordó demasiado cómo soy y qué puede pasar si no mejoro mi actitud.

Así que eso, se acabó Froilán.


Mil Diez



(P.S: ¡¿Y de quién chucha voy a hablar ahora?! Jajaja)

martes, 14 de abril de 2009

Despedida

Hoy me saco la máscara. Me saco la máscara porque es mi última entrada en este blog que tantas alegrías me ha traído. No sé si corresponderá, en verdad ignoro si a alguno de los lectores (pocos, pero fieles) de verdad les interesará lo que hay detrás de nuestros nombres de fantasía, pero al menos esta vez escribiré me daré un lujo y escribiré como yo misma. No con mi adorado seudónimo “La Rabiosa”. Me presento: me llamo Mónica, un gusto.

Ya hay varios lectores de este ya no tan escondido blog que nos identificaron por el estilo de escritura, otros por las historias y cosas así. Amigos, conocidos y los que hay entre medio fueron los que poco a poco nos han ido ayudando a correr la voz de la existencia de este blog.

A mí me sacaron rápidamente la foto por el seudónimo y por la historia. Me daba lo mismo en verdad, para mí este siempre ha sido un lugar en donde desenrollar mi pobre cabeza y dar rienda suelta a mis teorías sobre las relaciones entre hombres y mujeres, que no son pocas. Y, como el mundo es un pañuelo, siempre supe que iba a ser cuestión de tiempo antes que mi ex, el Innombrable, llegara aquí y supiera quienes escribimos. Así que también les presento al Innombrable: Boo.

Como sabía lo se que venía, durante un buen tiempo hice caso omiso de los comentarios que el Innombrable dejaba en el blog. Comentarios que claramente aludían al pasado que tenemos en común y que siempre estuvieron bien llenos de pesadez. Pero en pos de la libertad de expresión y en que igual nos subía el rating, me daba lo mismo. Antes de publicar las pocas entradas que publiqué sabía exactamente los comentarios que iba a hacer. Incluso adiviné los que hizo sobre las entradas de mis “colegas”. Pero, me daba lo mismo. Nunca salían del comentario desubicado y mal intencionado al cual nadie le daba mucha bola. Eso, hasta que sencillamente se fue al chancho intentando de ¿explicar su lado de la historia? Qué sé yo.

Cómo diablos funciona la mente de ese pobre hombre a estas alturas me da la mismo, porque tal como dice el profeta del amor “Lo que pasó, pasó”. Pero otra cosa totalmente diferente es venir a hinchar las que no tengo solamente porque sí. ¿Cuál es la idea entonces de intentar explicar sus acciones? ¿O de dar a conocer su lado de la historia si aquí nadie lo conoce?

Innombrable podría ser él, o muchos o ninguno. Innombrable sencillamente es aquél fantasma con el cual todas las mujeres, tarde o temprano, se enfrentan en una batalla larga y dolorosa, la batalla necesaria para hacernos más sabias y hermosas. Claro, en este caso la historia está basadas en hecho reales, pero ¿a alguna de ustedes realmente le importa?

He visto cómo la mayoría de las chicas que nos siguen, sin importar la edad, parecieran haberse enfrentado al monstruo del Ex - Innombrable. Y, aparentemente, han salido airosas de la batalla. Entonces, queridas (y lo digo en serio) en devolución por su paciencia al seguirnos y darnos cuenta de sus experiencias es que quiero compartir mi batalla personal, la última, espero, con mi propia versión del Innombrable.

Solamente una de mis amigas no se sorprendió del último espectáculo del Innombrable. El resto, quienes ya habían dado por hecho lo bajo de su persona, sencillamente enmudecieron al saber lo ocurrido. Sus caras reflejaban el mismo pensamiento “¿Pero cómo caer tan bajo?”. Yo simplemente miré el techo con actitud resignada. Mal que mal, yo también soy responsable del asunto por no haber atajado el tema a tiempo.

Mi amiga, la no – sorprendida, aparte de decirme “Te lo dije” me dijo algo muy sabio: que la única que puede cerrar este tema soy yo. Mientras siga dándole tribuna y alimentando el ego del Innombrable, mas grosso e importante se iba a sentir y más derecho iba a creer tener para "defenderse" si seguía contando lo mal que me dejó. O sea, me estaba quejando del incendio, pero la que le seguía tirando leña era yo.

Tomando esto en cuenta, decidí cortar cualquier tipo de información que este ser pueda obtener de mí y esto, lamentablemente, incluye este blog.

Podría caer en su juego. Tomar los comentarios en cuestión y atacar punto por punto las cosas que dijo. Pero, ¿para qué? Los testigos de toda la historia ya dieron su veredicto y al vida siguió su curso. Y él seguramente (aunque como yo acabo de decir que lo va a hacer, quizás no lo haga) va a dejar algún comentario que supure madurez y sentido común, dejándome a mí como la loca inestable que se merece las humillaciones que pasó. Pero, de nuevo, ¿para qué?

Yo ya tengo clara la historia. Cometí errores, sí. Mi comportamiento no fue el mejor en esa época de mi vida y lo tengo muy claro.

Pero yo no mentí.

Yo no puse el gorro.

Yo no engañé a mis “amigos” para obtener lo que quería.

Yo no me escudé en el “Lo hice porque podía” y ni siquiera fui capaz de articular una disculpa.

Pero por sobre todo, yo jamás ignoré la confianza que me tenían y siempre actué según lo que me dictaba el corazón.

Y ese es mi descanso. Esa es la fuerza que me da fuerza a mí y que espero que a las que no les ha tocado vivir estas relaciones nefastas, encuentren esta fuerza algún día. Que sepan que pase lo que pase, aunque incluso se hayan tragado sus principios, actuaron correctamente. Quizás no fue la mejor decisión o el mejor accionar, pero fue lo que les indicó su corazón.

Chicas (y chicos): agradezco infinitamente sus comentarios, su paciencia al leer mis entradas eternas y créanme que lamento profundamente no poder seguir colaborando en el blog. Pero hay muy pocas cosas que una persona no puede aguantar y una de ellas es el tipo de acciones que Innombrable ha hecho en este tiempo.

Muchas gracias a todos y recuerden que más vale haber amado un instante y morir, que vivir una eternidad en soledad y que frente a la duda, lo mejor es siempre tirarse a la piscina.

Mónica,
La Rabiosa

 
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