jueves, 27 de agosto de 2009

Un amor platónico

Johannes va a unas juntas a las que me invitó una amiga cinéfila. Él me llamó la atención apenas lo vi; primero, porque se parecía a Froilán, pero después cobró colores propios cuando lo escuché hablar.


Sabe conversar de manera entretenida y callar cuando es necesario. Es ingenioso, alegre, comenta cosas interesantes y -al igual que con Amigo-, me siento cómoda con él. No tengo la sensación de estar fuera de lugar si le digo algo y tampoco me pongo muy nerviosa si me dirige la palabra.

Es y será sólo un amor platónico, porque tiene un hijo y una esposa. Se trata de una pequeña familia feliz y, en realidad, me alegra que así sea. Se ve contento con su vida, por eso me gusta tanto.

También me gusta porque me demostró que existen hombres más alegres que Froilán, más divertidos para conversar, con temas mucho más interesantes que su carrera, su (ex)pareja o sus amigos, con una mirada y una sonrisa mucho más simpáticas y, lo más importante... hay hombres realmente felices, con mayor capacidad para compartir y hacer sentir bien al resto.


¡Aún hay patria, ciudadanos(as)!



MilDiez

2 comentarios:

una Nadia dijo...

Los amores platónicos son sensacionales.
Como que te resucitan algo dentro.

Saludos!

Anónimo dijo...

Pues yo tuve un amor platónico y no fue para nada bueno, porque sabes que algún día él se irá con otra y tu no podrás hacer nada y cuando pasa ¡zas!. La verdad es horrible yo sufrí un montón, pero bueno...¿y lo que se perdió qué? XD Hay que mirar siempre el buen lado, él se lo pierde yo merezco algo mucho más bueno jeje.

 
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