De pronto, retrocedo en el tiempo y me veo igual: resumiéndolos a todos (mis exs) en uno, estoy sentada frente al hombre ideal, me ama (o por lo menos hasta entonces, aún no sé si en el futuro se convertirá en un patán) y se preocupa por mí... yo lloro como una Magdalena y él trata de arreglar algo, como si yo fuera una muñeca rota que reparar. Así me siento, como si algo se hubiese roto dentro de mí y marcara el instante preciso en que todo se empieza a cansar, a gastar.
¿Qué pasó? me pregunto, la pena que siento es más grande y más antigua de lo que cualquiera pueda pensar. Momentos antes conversábamos, discutíamos sobre alguna estupidez y de pronto algo, un movimiento brusco, el enojo en su mirada, la mueca en los labios, algo me lo recordó. Ante mis ojos fuiste convirtiéndote en ese otro hombre que nunca supo lidiar con una discusión y ante la más mínima chispa daba rienda suelta a su furia: mi padre.
Recuerdo que luego de quebrarle al menos una costilla a mi madre, el hombre desaparecía días enteros para luego llegar con regalos, literalmente 'engañitos' para que olvidáramos, como él, lo que había pasado, pobre de quien fuera a preguntar... Pero tú no sabes que por eso detesto que te hagas el tonto una vez que lanzaste la piedra, si algo aprendí es que no hay regalos que me hagan olvidar esa cara, la expresión de la furia previa a desatarse... verás, la conozco más que tú, aunque eso no sea específicamente tu culpa.
'Dulzura' era la forma en que mi madre solía llamarlo, muchos, muchos años antes de que tú y yo existiéramos. Siempre me pregunto ¿habrá tenido ella alguna señal de lo que iba a ocurrir, algún atisbo como los que yo veo ahora, como los que sentí cuando apretabas mi brazo minutos atrás, o como cuando me trataste de ganar un argumento diciendo que simplemente hay que ser tonta para no ver las cosas como tú?.
Gracias a mi padre he perdido la capacidad de creer en los hombres, no puedo pararme frente a ninguno de ellos sin preguntarme cómo será en 15 años más, si algo intangible desencadenará mi pasado en el futuro y, como vaticinaba cierto estudio, repetiré los errores de mis padres aguantando más de lo que debiera aguantar.
Tiendo a pensar que por eso estaré siempre sola, porque no tolero ese bicho de la duda hablándome tras la oreja. Por más que no quiera, sacando la cuenta, con todos me ha pasado lo mismo en algún minuto, no todos salieron airosos de ello. Pero lo que más me molesta es que ni 100 años de terapia podrán quitarme la duda, acallar a la vocecita que, cada vez que encuentro a uno nuevo, me dice "¿será que en él por fin podrás confiar?"
Liss
¿Qué pasó? me pregunto, la pena que siento es más grande y más antigua de lo que cualquiera pueda pensar. Momentos antes conversábamos, discutíamos sobre alguna estupidez y de pronto algo, un movimiento brusco, el enojo en su mirada, la mueca en los labios, algo me lo recordó. Ante mis ojos fuiste convirtiéndote en ese otro hombre que nunca supo lidiar con una discusión y ante la más mínima chispa daba rienda suelta a su furia: mi padre.
Recuerdo que luego de quebrarle al menos una costilla a mi madre, el hombre desaparecía días enteros para luego llegar con regalos, literalmente 'engañitos' para que olvidáramos, como él, lo que había pasado, pobre de quien fuera a preguntar... Pero tú no sabes que por eso detesto que te hagas el tonto una vez que lanzaste la piedra, si algo aprendí es que no hay regalos que me hagan olvidar esa cara, la expresión de la furia previa a desatarse... verás, la conozco más que tú, aunque eso no sea específicamente tu culpa.
'Dulzura' era la forma en que mi madre solía llamarlo, muchos, muchos años antes de que tú y yo existiéramos. Siempre me pregunto ¿habrá tenido ella alguna señal de lo que iba a ocurrir, algún atisbo como los que yo veo ahora, como los que sentí cuando apretabas mi brazo minutos atrás, o como cuando me trataste de ganar un argumento diciendo que simplemente hay que ser tonta para no ver las cosas como tú?.
Gracias a mi padre he perdido la capacidad de creer en los hombres, no puedo pararme frente a ninguno de ellos sin preguntarme cómo será en 15 años más, si algo intangible desencadenará mi pasado en el futuro y, como vaticinaba cierto estudio, repetiré los errores de mis padres aguantando más de lo que debiera aguantar.
Tiendo a pensar que por eso estaré siempre sola, porque no tolero ese bicho de la duda hablándome tras la oreja. Por más que no quiera, sacando la cuenta, con todos me ha pasado lo mismo en algún minuto, no todos salieron airosos de ello. Pero lo que más me molesta es que ni 100 años de terapia podrán quitarme la duda, acallar a la vocecita que, cada vez que encuentro a uno nuevo, me dice "¿será que en él por fin podrás confiar?"
Liss