Como bien saben ustedes, queridos míos, mi relación previa terminó abruptamente (para mí, porque el muy desgraciado lo tenia pensado de hace meses, pero en su más profundo silencio) hace unos meses atrás.
Sí, fue un momento difícil, pero después de tantas cosas difíciles que me han tocado vivir, esta cuestión, pasada la primera impresión tenía pinta de ser un chiste mal contado. El tema es que vi a mi ex una sola vez después de que terminamos, tuvimos un par de llamadas telefónicas, pero en definitiva lo borré de Facebook y también de mi vida, junto con buena parte de sus amigos, y todo bien.
Excelente, de hecho.
Pero (el eterno pero) nunca pasamos por el proceso de devolverse las cosas.
Más que nada porque él trató de devolverme todas las mías cuando aún estábamos pololeando, cosa que no le acepté en su minuto porque lo encontré una mariconada de mala clase, y esa vez que nos vimos ninguno de los dos atinó a llevarlas. Y el tema quedó ahí.
Y bueno, han pasado los días, y quiero mi flauta de vuelta. Preferentemente ahora.
Entonces, pensando que un universitario de 26 años tiene cierto nivel de madurez, tal vez incluso superior al mío debido a la diferencia de los años, le mandé un mensaje al cel. Gasté $50 pesos enteros en mandarle el mensaje. Y le pedí que me dijera cuándo podía ir a buscar la flauta y mis libros a su casa.
Y ¿pueden creer que no me contestó?
Nada, ni pío.
Bueno, otro mensaje, pero por Facebook porque no iba a seguir gastando plata.
Y nada tampoco.
Lo llamé. No me contestó. Le hablé por msn, le mandé un mail, le mandé el recado con la hermana, incluso llamé a su viejo que tampoco me contestó (ahí me di cuenta de donde aprendió lo roto), le pedí ayuda a un amigo en común pero nada.
Parece que cuando terminamos este weon se quedó mudo y manco, porque no le daba ni siquiera para responder por texto.
Pasó un mes así. Entonces se me prendió la ampolleta. Ah, pensé, él no me contesta porque cree que quiero verlo para convencerlo de que volvamos. Puede ser ¿no? Entonces le mandé otro mensaje que decía yo ni siquiera quería verlo, es más, que ojala que no nos viéramos porque nada estaba (y está) más lejos de mis intenciones que volver con él y todos sus atados, pero sí quería mis cosas de vuelta.
Más silencio.
Ahí ya me entré a calentar, porque hay un mínimo de protocolo social para este tipo de cosas. Esa wea de andar haciendo la desconocida en la calle me carga. Pero no importa, dentro de todo su actitud no me sorprendió.
Resolví entonces pasar simplemente por su casa cuando pudiera y recoger mis cosas, con la esperanza de que me abrieran cuando fuera.
Entremedio de todo esto, como también saben, me puse a pololear y bueno, el mundo es sumamente chico y de la nada llegó la hermana de mi ex preguntándome cómo estaba, entonces, como soy buena persona, cuando vi a mi ex en msn le dije, con harta delicadeza, que yo estaba con otra persona, y que solamente quería mis cosas de vuelta. Nada más.
Y obvio, ahí menos me contestó.
Pasaron los días, y de pronto aparece el perla diciéndome que me puede ir a dejar a las cosas a la casa, que le diga cuándo. Pero el problema es que nunca estoy en mi casa, cosa que él sabe. Le recordé lo obvio, es más fácil que yo vaya a su casa. Y la respuesta me impactó: “perfecto, te mando la flauta por correo, TNT lo más probable”.
¿Qué onda la mala onda?
No supe si reír, enojarme, o llorar.
Al final me reí, le recordé que si él no me iba a encontrar en la casa el pobre desgraciado de TNT que fuera tampoco me iba a encontrar y más encima se iba a asustar con el tremendo perro que tenemos ahora.
Y otra vez silencio.
Me encantaría saber por qué.
Cuando terminamos yo me retiré lo más digna que pude, sin show, sin escándalo, sin más llanto del necesario, sin injurias ni nada. No me metí a su correo ni le revisé las cosas ni nada, por lo que creo que no me merezco que se ponga tan arisco.
Me pregunto qué hacen los hombres con las cosas de la ex cuando terminan.
Porque nosotras primero tomamos el chaleco olvidado debajo de la cama que todavía tiene algo de su perfume y lo usamos para limpiarnos las lágrimas antes de pasar por los distintos estados del duelo y limpiarnos otra cosa con el elemento en cuestión. Eventualmente las cosas terminan en una bolsa dentro del closet, donde mis ojos no las vean, para que no entorpezcan el proceso de superación, y después se devuelven. O incluso se botan. Así de simple.
Pero si el ex llama porque las quiere de vuelta una hace una pelotita con la bolsa para poder hacerle puntería con más eficiencia cuando llegue a buscarla, o se la entregamos en la mano, o algo, pero no guardamos silencio, cierto?. Eso es feo.
Ahora no sé qué hacer. Conociéndolo es capaz de mandarme la flauta por correo.
Pero insisto, me encantaría saber por qué tanta acidez innecesaria, si el agua que tenía que pasar por debajo del puente ya pasó, ambos superamos todo, ahora sólo nos une la custodia compartida de una flauta que, insisto, quiero de vuelta. Ahora.
Leonor
Sí, fue un momento difícil, pero después de tantas cosas difíciles que me han tocado vivir, esta cuestión, pasada la primera impresión tenía pinta de ser un chiste mal contado. El tema es que vi a mi ex una sola vez después de que terminamos, tuvimos un par de llamadas telefónicas, pero en definitiva lo borré de Facebook y también de mi vida, junto con buena parte de sus amigos, y todo bien.
Excelente, de hecho.
Pero (el eterno pero) nunca pasamos por el proceso de devolverse las cosas.
Más que nada porque él trató de devolverme todas las mías cuando aún estábamos pololeando, cosa que no le acepté en su minuto porque lo encontré una mariconada de mala clase, y esa vez que nos vimos ninguno de los dos atinó a llevarlas. Y el tema quedó ahí.
Y bueno, han pasado los días, y quiero mi flauta de vuelta. Preferentemente ahora.
Entonces, pensando que un universitario de 26 años tiene cierto nivel de madurez, tal vez incluso superior al mío debido a la diferencia de los años, le mandé un mensaje al cel. Gasté $50 pesos enteros en mandarle el mensaje. Y le pedí que me dijera cuándo podía ir a buscar la flauta y mis libros a su casa.
Y ¿pueden creer que no me contestó?
Nada, ni pío.
Bueno, otro mensaje, pero por Facebook porque no iba a seguir gastando plata.
Y nada tampoco.
Lo llamé. No me contestó. Le hablé por msn, le mandé un mail, le mandé el recado con la hermana, incluso llamé a su viejo que tampoco me contestó (ahí me di cuenta de donde aprendió lo roto), le pedí ayuda a un amigo en común pero nada.
Parece que cuando terminamos este weon se quedó mudo y manco, porque no le daba ni siquiera para responder por texto.
Pasó un mes así. Entonces se me prendió la ampolleta. Ah, pensé, él no me contesta porque cree que quiero verlo para convencerlo de que volvamos. Puede ser ¿no? Entonces le mandé otro mensaje que decía yo ni siquiera quería verlo, es más, que ojala que no nos viéramos porque nada estaba (y está) más lejos de mis intenciones que volver con él y todos sus atados, pero sí quería mis cosas de vuelta.
Más silencio.
Ahí ya me entré a calentar, porque hay un mínimo de protocolo social para este tipo de cosas. Esa wea de andar haciendo la desconocida en la calle me carga. Pero no importa, dentro de todo su actitud no me sorprendió.
Resolví entonces pasar simplemente por su casa cuando pudiera y recoger mis cosas, con la esperanza de que me abrieran cuando fuera.
Entremedio de todo esto, como también saben, me puse a pololear y bueno, el mundo es sumamente chico y de la nada llegó la hermana de mi ex preguntándome cómo estaba, entonces, como soy buena persona, cuando vi a mi ex en msn le dije, con harta delicadeza, que yo estaba con otra persona, y que solamente quería mis cosas de vuelta. Nada más.
Y obvio, ahí menos me contestó.
Pasaron los días, y de pronto aparece el perla diciéndome que me puede ir a dejar a las cosas a la casa, que le diga cuándo. Pero el problema es que nunca estoy en mi casa, cosa que él sabe. Le recordé lo obvio, es más fácil que yo vaya a su casa. Y la respuesta me impactó: “perfecto, te mando la flauta por correo, TNT lo más probable”.
¿Qué onda la mala onda?
No supe si reír, enojarme, o llorar.
Al final me reí, le recordé que si él no me iba a encontrar en la casa el pobre desgraciado de TNT que fuera tampoco me iba a encontrar y más encima se iba a asustar con el tremendo perro que tenemos ahora.
Y otra vez silencio.
Me encantaría saber por qué.
Cuando terminamos yo me retiré lo más digna que pude, sin show, sin escándalo, sin más llanto del necesario, sin injurias ni nada. No me metí a su correo ni le revisé las cosas ni nada, por lo que creo que no me merezco que se ponga tan arisco.
Me pregunto qué hacen los hombres con las cosas de la ex cuando terminan.
Porque nosotras primero tomamos el chaleco olvidado debajo de la cama que todavía tiene algo de su perfume y lo usamos para limpiarnos las lágrimas antes de pasar por los distintos estados del duelo y limpiarnos otra cosa con el elemento en cuestión. Eventualmente las cosas terminan en una bolsa dentro del closet, donde mis ojos no las vean, para que no entorpezcan el proceso de superación, y después se devuelven. O incluso se botan. Así de simple.
Pero si el ex llama porque las quiere de vuelta una hace una pelotita con la bolsa para poder hacerle puntería con más eficiencia cuando llegue a buscarla, o se la entregamos en la mano, o algo, pero no guardamos silencio, cierto?. Eso es feo.
Ahora no sé qué hacer. Conociéndolo es capaz de mandarme la flauta por correo.
Pero insisto, me encantaría saber por qué tanta acidez innecesaria, si el agua que tenía que pasar por debajo del puente ya pasó, ambos superamos todo, ahora sólo nos une la custodia compartida de una flauta que, insisto, quiero de vuelta. Ahora.
Leonor