Nunca pensé que esta frase, tan llena de preocupación y cariño, me iba a traer tantos problemas en una relación de pareja.
Soy Adela, y luego de incontables periplos, creo que puedo calificarme como una de las mujeres con más mala suerte de este planeta... un pequeño imancito de problemas, tal cual el dibujo animado que nadie quería porque le pasaban puras desgracias y su única compañía era una nubecita negra sobre la cabeza.
Pero no es que yo me ande buscando líos, ni que sea despistada o algo similar, simplemente los problemas llegan a mí, como mascotas perdidas de alguien más que se instalan en tu casa sin que los puedas mover de ahí.
Me he pasado toda la vida arreglando estas catástrofes con que me voy encontrando, y como los opuestos se atraen, un día conocí a Optimista, un chico que jamás le había visto la cara fea a esta vida e irradiaba buena onda.
Tuvimos nuestra historia durante mucho tiempo, y por supuesto que los problemas (míos) no dejaron de llegar: mi familia vivía momentos duros, marcados por enfermedades incurables, peleas que terminaban en el hospital y camino hacia los juzgados, además de problemas económicos en el núcleo familiar, lo que me impedía concentrarme en mis estudios, con un claro resultado de ramos atrasados y notas paupérrimas... y para colmo de males, mi relación con Optimista no iba de lo mejor.
Empecé a notar que todas nuestras discusiones en algún momento llegaban a alguna manifestación de su máxima "No entiendo por qué no eres feliz" - por supuesto, refiriéndose a lo afortunada que era al tenerlo a mi lado -, seguida de toda una charla sobre lo que pensaría de él la gente si me veía tan amargada por la vida, que él sólo quería verme sonreír como si nada hubiera pasado - ustedes saben, "es que tu sonrisa es tan bella" - , mientras yo con suerte me mantenía cuerda.
Optimista nunca había tenido que resolver nada por sí solo, frecuentemente me decía que yo me predisponía a las cosas malas, y que gran parte de lo que pasaba era mi culpa por andar llamando la desgracia, y que más encima, cuando 'lo feo' pasaba, ni siquiera me dignaba a protegerlo de los embistes de la vida... total, yo estaba más preparada y podía - debía - encargarme de que él no saliera afectado de los problemas que, mal que mal, eran mi culpa.
Yo me enojaba mucho de lo insensible que Optimista llegaba a ser, pero al final siempre acababa perdonándolo porque él "sólo quería verme feliz". Durante el tiempo que le quedó a nuestra relación, aprendí que ahorraba muchas discusiones si sólo me callaba lo que me pasaba y de vez en cuando sonreía para dejarlo contento con la idea de que todos verían lo genial que él era, teniendo una 'relación perfecta' y, por sobre todo, haciéndome feliz...
Soy Adela, y luego de incontables periplos, creo que puedo calificarme como una de las mujeres con más mala suerte de este planeta... un pequeño imancito de problemas, tal cual el dibujo animado que nadie quería porque le pasaban puras desgracias y su única compañía era una nubecita negra sobre la cabeza.
Pero no es que yo me ande buscando líos, ni que sea despistada o algo similar, simplemente los problemas llegan a mí, como mascotas perdidas de alguien más que se instalan en tu casa sin que los puedas mover de ahí.
Me he pasado toda la vida arreglando estas catástrofes con que me voy encontrando, y como los opuestos se atraen, un día conocí a Optimista, un chico que jamás le había visto la cara fea a esta vida e irradiaba buena onda.
Tuvimos nuestra historia durante mucho tiempo, y por supuesto que los problemas (míos) no dejaron de llegar: mi familia vivía momentos duros, marcados por enfermedades incurables, peleas que terminaban en el hospital y camino hacia los juzgados, además de problemas económicos en el núcleo familiar, lo que me impedía concentrarme en mis estudios, con un claro resultado de ramos atrasados y notas paupérrimas... y para colmo de males, mi relación con Optimista no iba de lo mejor.
Empecé a notar que todas nuestras discusiones en algún momento llegaban a alguna manifestación de su máxima "No entiendo por qué no eres feliz" - por supuesto, refiriéndose a lo afortunada que era al tenerlo a mi lado -, seguida de toda una charla sobre lo que pensaría de él la gente si me veía tan amargada por la vida, que él sólo quería verme sonreír como si nada hubiera pasado - ustedes saben, "es que tu sonrisa es tan bella" - , mientras yo con suerte me mantenía cuerda.
Optimista nunca había tenido que resolver nada por sí solo, frecuentemente me decía que yo me predisponía a las cosas malas, y que gran parte de lo que pasaba era mi culpa por andar llamando la desgracia, y que más encima, cuando 'lo feo' pasaba, ni siquiera me dignaba a protegerlo de los embistes de la vida... total, yo estaba más preparada y podía - debía - encargarme de que él no saliera afectado de los problemas que, mal que mal, eran mi culpa.
Yo me enojaba mucho de lo insensible que Optimista llegaba a ser, pero al final siempre acababa perdonándolo porque él "sólo quería verme feliz". Durante el tiempo que le quedó a nuestra relación, aprendí que ahorraba muchas discusiones si sólo me callaba lo que me pasaba y de vez en cuando sonreía para dejarlo contento con la idea de que todos verían lo genial que él era, teniendo una 'relación perfecta' y, por sobre todo, haciéndome feliz...
2 comentarios:
No sé cómo habrá sido la relación entre ambos, pero si tus problemas eran motivo de disputa, es porque pasaron a formar parte de la relación. Quizás le hablabas mucho de ellos y terminaron afectándole a él también. Darle harta cuerda a ese tipo de temas ayuda re poco a resolverlos, o a hacer que tú y los demás se sientan mejor.
Pero de ahí a que exija protección y máscaras falsas es muy weón de su parte. Qué bueno que ya es un ex =)
Una vez una persona me dijo una frase muy interesante: "Si tus problemas tienen solución, entonces no te preocupes. Y si no la tienen, ¿qué sacas con preocuparte?".
Saludos!
Toda la razón la frase que pone Mely.
La verdad es que creo que, hasta cierto punto, Optimista no estaba tan equivocado. Es cierto, hay cosas en la vida que no puedes elegir y que te pasan, pero sí puedes elegir cómo actuar para solucionarlas y cómo hacer para que no embarren tu vida, tus estudios o tu relación de pareja.
Ahora, si Optimista es como cuentas, era un pelotudo justo en el sentido contrario al tuyo.
Si fuera otra persona te diría que fueses a terapia, pero creo que eso es una mierda.
Saludos, y acuérdate que tú no eres imán de nada más que de lo que quieres atraer.
Publicar un comentario