jueves, 26 de febrero de 2009

Lo que hace la falta de ejercicio

Después de un tiempo de soltería, existen múltiples caminos a seguir. Uno de ellos es lo que partió como resignación y luego pasa a ser el Tiempo de Oro: al parecer, nada importa menos que tener una nueva relación; el miedo a sufrir impulsa a trabajar para vencer otros miedos y lo único que está fuera de cuestionamiento es hacer, comprar y pensar en cosas que a una le gustan. Asimismo, la seguridad de no volver a pasar por las experiencias de antaño crece un poquito más.

Las mujeres que desean una nueva y mejor relación suelen encontrarla. Al menos, así lo he visto. Sin embargo, las indecisas como yo se arriesgan a pillar quién sabe qué ("porque sí, sería lindo un pololo, pero ¿y si es como los otros? ¿Y mis amigos con ventaja? ¿Y mis actividades de toda la semana? Mejor no").

Aparte, terminé acostumbrándome a no pensar tanto en un hombre como posible pareja, sino como una compañía para llenar una tarde... o una noche. Miro, pero pocas veces me doy cuenta de las miradas de otros. Y cuando las noté, no les dí mayor importancia.

Por eso, cuando llegaron un par de hombres interesantes a mi vida con claras intenciones de conquista, se encendieron todas mis alarmas. A una soltera que todavía se acuerda de lo que es estar en pareja quizás no la pillaran volando bajo, mas... ¿qué pasa con una que lleva más de dos años de monogamia consigo misma (con algunos deslices)?

Que no se malinterprete: la sensación es de lujo. Ni en pareja me había sentido tan atractiva. Dan ganas de portarse mal y pasarlo chancho "like you just don't care". Pero me di cuenta de que no soy tan independiente, egoísta o picaflor como creía; que, aunque no me gusta admitirlo, sí me importa la idea de tener una relación estable y que, en estos dos años y algo, aprendí muchas cosas... salvo a reconocer lo que quiero en el amor y lo que buscan/ofrecen las otras personas.

En resumen: Las relaciones son como el ejercicio... no hay que dejarlas por mucho tiempo o se pierde el training, jaja.

Mil Diez

sábado, 14 de febrero de 2009

Día de los Enamorados

"Someday, someone is going to walk into your life and make you realize why it never worked out with anyone else."
Cita que pillé gracias a Stumble Upon

Nunca he tenido problemas con las celebraciones que la sociedad "impone" celebrar. Navidad, Año nuevo, Semana Santa, el día del Amigo/Profesor/Secretaria/Mamá/Papá/You-name-it, me da lo mismo. Me gusta celebrar. No me amargo porque sean celebraciones falsas, impuestas por el mercado, que la política, que la religión. Dejo esas reflexiones estúpidas y amargadas para aquellos que disfrutan yendo contra la corriente, sientiéndose ashi eshpeshiales. Yo aprovecho todas estas cosas para verle el lado bonito a la vida (Al menos ahora).

De las celebraciones impuestas las que más me gustan son: Navidad, el Día de la Mamá y el Día de los Enamorados.

Navidad habla por sí sola. Me gusta adornar el árbol de Navidad (no Pascua, pinches ignorantes. Pascua es en Semana Santa), adornar la casa. Aplanar calles y malls en búsqueda del regalo perfecto para quienes amo. No me complica el presupuesto, aunque sea poco es justamente eso lo que a veces necesitan las personas para sonreír. Me gusta la Nochebuena, vestirme elegante y cenar con mi familia, ver los rostros de sorpresa (o a veces de decepción) cuando vamos abriendo los regalos. Es mi época favorita del año.

Me gusta el Día de la Mamá porque es un día terrible. Nunca sé qué regalarle a mi mamá, me estreso toda la semana pensando qué hacer. Siempre termino eligiendo algo apurada y a última hora... Y mi mamá siempre se emociona más porque le llevamos el desayuno a la cama o porque hice un queque el día anterior que con el regalo. Y ver su cara de felicidad siempre es priceless para mí.

El Día de los Enamorados es otro cuento. Nunca he celebrado uno. Antes, porque no había con quien celebrar, simplemente. Después, porque Febrero=Verano=Vacaciones=Mi Casa así que no era posible ir a Santiago a celebrar. Ahora, porque mi amorcirijillo está a chorrocientos kilómetros de distancia y no fue posible que uno de nosotros se pegara el pique. Pero disfruto viendo a las parejas en la calle. Disfruto viendo tanto al flaite con su rosa en mano y un pelushe odioso en la otra, como al que le lleva mariachis a la señora (lo acabo de ver en las noticias, ¡que maestro!). Me gusta ver a los hombres desviviéndose por encontrar un regalo que le asegure una buena celebración y a las mujeres buscando la lencería más bonita.

Ver los restoranes llenos de parejas, las plazas llenas de parejas y globitos de corazón, todas las chicas con una rosa en la mano... Ni cuando estaba soltera y me tocaba vivir el el otro lado de la moneda me molestaba. De hecho, siempre me molestó más la actitud "Ay, celebremos el día de los solos, que estar soltero no es sentirse miserable" es justamente eso: no poder demostrar la mínima cuota de dignidad como para aceptar que a veces nos toca perder. Amargarse y echarle la culpa a la economía/sociedad y decir que estos días no son más que otra excusa para que saquemos las billeteras y despilfarremos, ¡¡¡Qué triste!!!

Y aunque eventualmente podré disfrutar de un Día de los Enamorados como corresponde, tampoco me desespero. Miro a mi alrededor y saber que al menos por un día todo el mundo va a estar sonriente y embobado (o sea, enamorado) es algo que me hace sonreír. Y en estos últimos días, creo que es algo que todos necesitamos.

 
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