martes, 29 de septiembre de 2009

La Mala Ex

En esta entrada quisiera realizar una auto-crítica y una confesión. Soy una mala ex.

Si bien creo que puedo ser una buena pareja y polola, no soy una buena ex, de hecho, temo ser la ex que es la pesadilla de todo hombre. No siempre, claramente. Pero en las relaciones más significativas que he tenido, me ha costado mucho dejar atrás y creo que eso en un par de ocasiones me ha convertido en una pésima ex.

No perdono. No olvido. No quiero romper el vínculo. Sigo necesitando hablar con él después de que terminamos y me cuesta romper con la costumbre de contarle mis cosas y mis días. Lo quiero ver. Lo amo. Luego lo odio cuando me doy cuenta que no vamos a volver. En resumen, soy un desastre.

Creo que demás está decir que estas cosas no pasan cuando la relación la termino yo. Ha pasado en esos "mutuos acuerdos" de que las cosas están realmente podridas o cuando de frentón me han pateado.

Quisiera decir que he cambiado. Que ahora soy mucho más madura. Que no los persigo, que no me obsesiono con si habrán seguido adelante con sus vidas y tienen una nueva novia. Que no los resiento por meses y meses por el daño que me hicieron o lo mal que alguno me trató. Que apenas terminamos los borro de msn/facebook/memoria del celular, no los molesto ni los busco más, hasta que eventualmente perdono (si corresponde), dejo atrás y les deseo lo mejor. Y creo que he crecido un poco, sí y que antes cometí errores que no he vuelto a repetir. Pero no sé hasta qué punto.

Hace un tiempo me junté con un ex e hicimos un ejercicio realmente positivo. Nos dijimos todo. Con esto quiero decir TODO, no me guardé ninguna de las cosas que antes de encontrarme con él pensaba "quizás le digo esto pero depende". No, le dije todo y él me dijo todo lo que tenía que decirme y fue liberador. Cualquier resabio de odio o resentimiento siento que con esas palabras desapareció y también con sus disculpas. Pero no es este ex quien me preocupa, pues debo admitir que con él aprendí un poco de mis errores anteriores y no hice las cosas TAN mal al terminar. Me preocupa más cómo me comporté con un ex anterior. A él quizás yo tendría que pedirle disculpas.

Sin embargo, no me siento capaz de hacerlo. Me gustaría hablarle y saber de él. Me gustaría disculparme por mi comportamiento posterior a nuestro término. Pero lo siento injusto si él no se disculpa por su comportamiento previo a nuestro término. Lo cual a su vez sería injusto si yo no me disculpo y le doy una explicación por un mal comportamiento mío previo al suyo. Sería un montón de entuertos qué explicar y qué arreglar, disculpas qué ofrecer, cosas que en su momento no entendí y ahora veo claro qué expresar. Y siento que haciéndolo quizás sólo enredaríamos más las cosas. Porque ésa fue nuestra relación, un gran enredo, una cadena de errores, de equivocaciones, mal timing y circunstancias ajenas a nosotros como pareja que manejamos muy mal. Ambos. Responsabilidad compartida. Y a veces miro el río y siento que ya pasó demasiada agua por él.

Supongo que siento que nuestra relación fueron tantas buenas intenciones (de ambos) mal encauzadas, que temo que unas disculpas mías terminen igual. Supongo que mi mal comportamiento posterior a nuestro término se relaciona con eso. Me costaba resignarme a que tanta buena intención fracasara, a que tanto amor que alguna vez hubo muriera. Sentía que el destino me jugó una mala pasada y no lo quería aceptar. Es la relación que más me ha marcado en la vida (sin contar mi relación actual) y no sabía como lidiar con eso, cómo llevarlo. Me volví una ex molestosa, pegada con él, incapaz de cortar el vínculo. Y lo lamento. Debí haber sido más madura y aceptar las cosas como eran. Supongo que no quería. Supongo que, a veces, simplemente no queremos. Y nadie nos puede sacar de eso, salvo nosotros mismos.
Faye

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mejor acompañada

Me gusta estar de a dos. Lo disfruto al máximo. En las buenas y en las malas, estoy en mi elemento cuando estoy emparejada. No me molesta estar sola, pero si tengo que elegir, prefiero estar emparejada. Creo que por eso mismo me cuesta tanto olvidar y dejar ir.

No soy de las minas que se mimetizan con el macho de turno, ni de las que apenas terminan con uno, se lanzan con el siguiente. De hecho, entre amor y amor ha habido un buen espacio para llorar las penas, sanar las heridas y gozar un poco. Pero estar sola no es para mí.

Me acuerdo de Pablo. Duramos un par de meses y el affaire se acabó cuando me di cuenta que a mí no me pasaba nada serio con él y a él le pasaba de todo conmigo. Y si bien fue un corte diplomático, decente, carente de drama (el único quiebre así de mi vida), pasó bastante tiempo antes que me volviera a acostumbrar a la idea de que estaba sola.

Cuando me pasaba cualquier tontera, mi primer impulso siempre era llamarlo para contarle y cuando estaba a punto de marcar, me acordaba de que ya no había nada. O de repente salía y contaban un chiste y la risa como que me salía a medias, echaba de menos la risa ronca que se llevaba tan bien con la mía.

Creo que lo que echo de menos no es necesariamente la persona, sino la sensación de saber que hay alguien allá afuera que es tu cómplice, tu amante, tu amigo. Que al final del día, cuando estás cansada y malhumorada, hay alguien que te espera en casa con una sonrisa y un casual cómo te fue que hace que las rabias queden atrás. Que tal como tienes tu refugio en él, sabes que tú también lo acoges y cobijas.

A veces pienso que nací en la época equivocada.
Juana La Loca

viernes, 11 de septiembre de 2009

Peor que maldición gitana

¿Recuerdan esas típicas películas y series gringas en que, de pronto, aparecía una persona de apariencia mística (léase gitana) y lanzaba una maldición al protagonista como castigo por ser mala persona?

Bueno, yo sí. Y con el tiempo, aprendí que al igual que en la pantalla, nunca se sabe dónde una frase maldita puede tomarte por desprevenida.

Me refiero a esas típicas cosas que, cuando estás en pareja, te dice la gente con 'buena intención', pero en realidad terminan siendo un pésimo augurio para tu idilio... porque es cierto que a veces lo malo de una relación es el resto de la gente.

Al igual que en "Por sus dichos los conocerán", voy a exponer las frases que, al menos a mí, me sacan de quicio y podrían despertar a mi Hulk interno. Pero antes de seguir, quiero agradecer a las personas que comentaron y compartieron con nosotras las atrocidades que debieron oír de sus príncipes convertidos en batracios. Seguimos leyéndoles y acompañándoles en su pesar...

Bueno, a lo que íbamos:

- "¡Qué linda pareja hacen!" (léase "qué lindos se ven", etc...)
No sé por qué azares del destino, es cosa cierta que una vez que te dicen eso tú puedes saber que la relación está cerca de terminar. Mientras más 'buena pareja' haces, más probable es que las cosas terminen mal... Tiemblo cada vez que la escucho, aunque no sea a mí a quien se la dicen, y creo que para aquellas madres que no quieren que sus retoños se involucren con cualquiera esto podría ser más eficaz que el típico "él/ella no me gusta". Al menos yo, cuando tenga hijos, pienso usarlo.


- "Qué buen/buena chic@ encontraste... Cuídal@"
A ésta le tengo una aversión especial, porque perdónenme pero, a menos que se trate de un resfrío que saque mi lado de 'holaaaa enfermeraaa'... ¡¡¡QUÉ TENGO QUE ANDAR CUIDANDO YO A UN TIPO QUE HACE RATO TIENE BARBA!!!. Antes que nada, me molesta esa idea de él (o ella) es más importante que tú así que cuídal@ (hieren mi autoestima xD) y segundo, más detesto esa idea de si no l@ cuidas te l@ van a quitar, como si tuviera que andarle comprando un cinturón de castidad o 'marcar territorio' a cada rato para que no me joteen al susodicho. Nah, lo siento, yo no estoy para Pepe Grillo ni secretaria de nadie...


- "Son la pareja emblemática"
Más común en ambientes escolares, universitarios, etc. Semejante a lo de la linda pareja, ocurre cuando la relación que mantienes con alguien de tu mismo ambiente se convierte en ícono de referencia para el resto... 'qué genial!' dirá más de alguien, pero la verdad apesta porque resulta que al ser la pareja emblemática llega un minuto en que el 70 % de la gente comenta chismes sobre ti, tu pareja, y un largo etcétera. Advertencia: puede que nunca nadie te diga esta frase, pero sólo ser considerada 'pareja emblemática' o similar es una sentencia de término.


- "Menos mal que te conoció, antes se metía con puros pasteles"
Lo peor de esta frase es que te puedes terminar pasando todos los rollos de si es un buen o un mal antecedente para ti, para tu pareja, para la relación, para el mundo que hizo que se encontraran...


- "¿Y ustedes cuándo se casan?"
Y aquí quiero hacer un llamado especial: Gente, hay cosas que no se preguntan, punto. En serio, no quieren provocar esa discusión dentro de una pareja que se ve bien, se ve estable y quizás tiene pensado proyectarse en el futuro. Apresurar las cosas desde afuera no es bueno, hay que dejar que la gente viva sus procesos, y una vez que hayan respondido a la pregunta del resto (con un probable 'no nos interesa'), probablemente no se la planteen en mucho, mucho tiempo. Idem con lo de "¿y los hijos cuándo?", son decisiones de pareja en las que nadie tiene derecho a meterse, porque a lo más van a lograr traumar a alguien con el tema.


Bueno, sólo me da para cinco, pero estoy segura de que ustedes podrán aportar con las maldiciones gitanas disfrazadas que han podido detectar...


Señorita Gruñona

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Santa Ex

Invierno. La gripe porcina arrecia y yo camino buscando una bufanda buena, bonita y barata para mi actual novio, bueno, bonito y pobre. Estoy sumida en esos afanes mundanos cuando, entre el superpoblado limbo del Paseo Ahumada, como encapsulado en una atmósfera en cámara lenta (y, por favor, imagínese la imagen con Tom Jones de fondo), aparece mi ex.

Con la simpatía tensa de los ex que han decidido seguir siendo amigos, me invita un café, que acepto sin remilgos ya que mi novio está fuera de la ciudad hasta nuevo aviso.

Nos sentamos en una shopería con olor a tiempos de universidad y deja su desordenada maraña de planos en el suelo. Con el Pitcher como bálsamo entre su cara y la mía, aparece la pregunta: “¿cuántas veces me cagaste, mujer?”

En su semi risa intuía que algún comentario mal o bien intencionado le había hecho evidente alguna de mis andanzas de la época. Y ya que me tomó por sorpresa, coquetonamente le dije, “si te engañé, no es algo que recuerde. Me importabas mucho en ese tiempo como para recordar incidentes en medio de nuestra historia”. Y entonces nos tomamos el shop coqueteando en honor al deseo oxidado, y luego nos perdimos hablando cada uno de sí mismo, de su nueva pareja, del trabajo.

Pero algo me quedó de esa tarde de nostalgia sin nostalgia. ¿Por qué soy una ex infiel?

Y haciendo cotejo de todas mis historias descubro que lo mío es por amor. Sí, por amor. Pasa que hay períodos de la relación en que la única idea en mente cada mañana es enviar al carajo al tipo que duerme al lado, porque no te entiende, porque te entiende demasiado o porque sencillamente no es lo que tú soñaste.

Entonces, una salida de fin de semana, un exceso de tequila, y despertar con un engendro mutante de nombre desconocido produce una culpa tan severa para con el amado y para contigo misma, que te sientes afortunada de tenerlo, y ante el miedo de que se entere y termine contigo sumido en un valle de lágrimas, lo tratas con más amor que nunca durante al menos un mes, y lo llenas de atención y de tu compañía, para que no quede sospecha de que lo amas y que nunca, nunca le harías daño.

Por otro lado, y me dirijo a mis exs, nunca los engañé con hombres que me gustaran más que ustedes. De hecho, lo mío es vocacional. Siempre los engañé con desvalidos, ya fuera perdedores, feos, pesados, guatones, con lentes poto de botella, etc. La idea era:
1. Brindar un servicio a la humanidad dando un rato de etílica atención al rezagado, al que sobra de la fiesta.
2. Subir mi autoestima mientras estaba ebria, pero bajarla al plano del subsuelo al ver al sujeto bajo la luz del sol, para sentirme agradecida de que mi novio pueda estar con alguien como yo.
3. Ocasionarme temor de que mi novio se entere -más allá de la infidelidad misma- del tipo horrible con el que absurdamente le engañé.
4. Convertirme por medio de todas las culpas enumeradas en la novia más atenta y buena del mundo… hasta que el tedio volviera a tomarme y tuviera que repetir la operación.

Así que a todos ustedes, sí a todos, les digo que cuando más felices fueron a mi lado, cuando les serví el desayuno en las mañanas, cuando fui a sus casas a ordenar su closet, cuando les hice aquello que tanto les gusta (para qué detallar), cuando les regalé perfumes, billeteras o cualquier cosa mayor que mi presupuesto es porque algún Milhouse o Dexter discothequero había caído en mis labios prevomitadores. ¡¡Lo hice por ustedes!! Era eso o dejar que, ante el hastío, nuestras largas y activas relaciones fueran más bien pololeos breves y pasivos.

¡¡Si duré con todos más dos años fue por mí!! Fue por mi altruísmo a la hora de cuidar y reactivar mi amor devoto por ustedes. Me induje a la culpa por darles largos períodos de amor, atenciones y alegría. ¿Porqué creen que era tan atenta?, ¿Porqué creen que era tan dispuesta?, ¿Porqué creen que no pedía nada?, ¿Realmente creen que existen las mujeres sumisas y entregadas? Ja ja ja ja ja ja ja.

Es por eso que, ex míos, uníos y escuchad: No vean lo mío como infidelidad. Lo mío es vocación. Amor al prójimo y devoción por mis novios. ¡Ah! Y al recordarme no me mencionen simplemente como su ex, sino como su Santa Ex,


Loca de Patio

 
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