viernes, 31 de julio de 2009

Cada oveja con su pareja

Este post va dedicado al análisis profundo y exhaustivo de la siguiente frase tipo:
"Me encantan los tipos sensibles y cariñosos, pero siempre termino con los que me usan, me hacen daño y se van... ¡Es que tengo tan mala suerte!"

Primera parte: La Falacia del hombre "sensible"

La sensibilidad es algo que está definitivamente mal entendido en esta sociedad y principalmente por las mujeres. Que un hombre sea sensible, no significa que te va a escuchar cada vez que tengas un drama con tu amiga o que te vaya a comprar tampones/toallas higiénicas a la farmacia. La sensibilidad, en el contexto de la mina que usa la frase analizada, tiene que ver con cuanto se puede someter a un hombre sin que se note que se es una Bruja.

No hay hombres más o menos sensibles. No hay minas más o menos sensibles. Todos sentimos la misma variedad de sentimientos y en el mismo rango de profundidad, lo que pasa es que hay personas (independiente del sexo) que son capaces de expresar mejor o peor lo que sienten.

Las mujeres, en general, deberían sacarse de la cabeza eso de que buscan hombres sensibles. Por lo general, las minas que buscan "hombres sensibles" lo que en realidad andan buscando es un paño de lágrimas que no les pare el carro en seco (labor de la amiga por defecto). Lo que las mujeres deberían darse cuenta que buscan es empatía. Un tipo no tiene porqué entender que se siente andar adolorida y sangrando todos los meses, pero puede al menos empatizar con que no es una situación muy cómoda que digamos y, en consecuencia, escuchar el fútbol más bajito y no llegar tan tarde después de la farra. Y PUNTO.

Soy una convencida que si las mujeres mostraran un poco más de interés en los amigotes y el fútbol (aunque sea falso), las quejas de que el hombre es un energúmeno cuando ve un partido y los amigotes solamente lo llevan a la perdición descenderían un drástico 90%. Las que se seguirían quejando son las que definitivamente tienen un par de tornillos sueltos. Y sí, el ejemplo es burdo, pero efectivo.

Segunda parte: Lo que tengo/Lo que quiero

Hace un par de ¿meses? ¿semanas? atrás se hizo re popular un video de una sicóloga chilena que hablaba que las mujeres tienen un pensamiento mágico: no contentas con lo que tienen, siempre buscan algo mejor causando innumerables dolores de cabeza a quienes la rodean. Esto cae redondito con todas esas minas que se viven quejando que los hombres de sus vidas siempre las han tratado mal, que por qué no les gusta un hombre sensible y cariñoso.

No les gusta porque en realidad no les gustan los hombres sensibles, ni cariñosos. Les gusta el maldito hijo de meretriz que las hace sufrir porque eso calza perfecto con su parada de pobre víctima, mujer sensible de la cual todo el mundo se aprovecha.

Yo lo he pasado bien, mal y muy mal. Y aquí estoy, todavía en una sola pieza dispuesta a empezar cada vez que sea necesario. Y me podré quejar de que me hicieron esto, aquello y lo otro. Pero lo que pasó, pasó y a lo hecho, pecho. Las decisiones tomadas en un momento de mi vida las tomé pensando que era lo mejor. En ese momento. Ahora podrá verse como un error garrafal, pero si pudiésemos tomar las decisiones a sabiendas de las consecuencias, otro gallo cantaría.

Por eso hago una invitación a todas las mujeres a que asuman que en realidad sí les gusta el Hombre Rudo que las hace sufrir. Acéptenlo y gócenlo. Se darán cuenta que las cosas toman un cariz totalmente diferente cuando uno asume quién es y lo que le gusta. se los digo por experiencia.

Tercera parte: La Maldita Mala Suerte

Sí, las apariencias engañan. El galán que antes a una la invitaba a todas partes y era guapo-guapo, ahora ronca a todo pulmón en el sofá y con la ponchera chelera a vista de todo el mundo. El tipo sensible y artista todo especial, solamente resultó ser solamente otro niño demasiado mimado por su madre. Pero se pueden tomar decisiones. Se puede decir "¡Ya no más!" y mandarse a cambiar. Sufrir un poco, llorar lo que corresponda y seguir por la vida.

Pero eso de andarse quejando como adolescente de la mala suerte amorosa es una soberana estupidez. No existe la mala suerte. No existe la suerte, punto. Una misma se forja el camino a punta de costalazos y tropiezos, pero la responsabilidad no es de la vida, el destino, la pachamama o Cupido. Es de una misma.

Si no se tiene la suficiente capacidad de autoanálisis como para darse cuenta que hay algo mal con una si se busca una y otra vez a un hijo de la gran meretriz, eso no tiene que ver con el amor o la mala suerte. Tiene que ver con complejos varios y hágase un favor y búsquese una terapeuta y punto. Pero deje de echarle la culpa a todos, cuando claramente la culpa es de usted.

Conclusiones:

- La sensibilidad está sobrevalorada y malentendida.
- Si las personas fueran más empáticas no se acabarían las guerras del mundo, pero al menos habría mayor disposición a entender a los demás.
- Los hombres sensibles son un mito.
- Los hombres rudos, gracias a Dios, no. xD
- La mala suerte amorosa no existe.
- Quejarse de vez en cuando es bueno. Si su conducta es patológica, vaya al siquiatra.

Juana La Loca

lunes, 27 de julio de 2009

Por sus dichos los conocerán...

Una suele creer que luego de haber terminado con un individuo ya no hay más que decir, que has dicho y escuchado todo lo imaginable e inimaginable: excusas, recriminaciones, canalladas y una larga lista de etcéteras. Pues no, hay casos en que no todo queda dicho entre ambos... y las cosas que puede decirte tu flamante ex pueden sacarte de tus casillas en más de un sentido.

Voy a hacer un top ten de las frases post ruptura más WTF, desconcertantes y directamente para el bronce de las que he sabido -algunas me las han comentado mis amigas mordiendo la rabia de "puedes creer que el muy imbécil me salió con esto...?" y otras he tenido la desgracia de escucharlas de primera mano...-, porque ya que no las podré poner en el epitafio de cada uno de esos seres iluminados, al menos debieran quedar registradas aquí. O sea, qué lugar más idóneo.

Ahí vamos:

- "¿Engordaste?" -> Y a ti te dicen Mr. Tacto, ¿cierto?

- "Siempre supe que tenías razón, pero me daba paja admitirlo" -> Bueno, gracias por dejarme como la bruja de todo esto... ¡Arrancas ahora o te juro que no te dejo un solo hueso bueno!

- "¿Me das el teléfono de tu amiga/hermana?" -> A ver, déjame pensarlo... ¡NO!

- "Aún te amo, pero no podemos seguir juntos" -> ¿Lo dices por las veces que me pusiste el gorro? ¿Por cómo me celabas? Ah, no... verdad que estás en tu etapa emo.

- "Bueno, ya que ésta es nuestra última noche..." -> Sin comentarios

- "Tengo la duda... ¿me fuiste infiel alguna vez?" -> Perdón cariño, pero si mal no recuerdas fuiste TÚ el que me pateó y no al revés.

- "¡¡Podemos ser amigos con ventaja!!... ¿Un rapidito el viernes por la noche?" -> ¡¡Ni en tus sueños, so pedazo de bruto!!

- "Cuando estoy con ella me imagino que eres tú" -> No quieres saber lo que se imagina ella...

- "Será la falta de sexo..." -> ¿Perdón?

- "Lo que hagas con tu vida no me importa, pero no te vuelvas lesbiana, ¿ya?" -> Menos mal que no te importa.

Y díganme, querid@s, ¿cuáles son las frases para el bronce que ustedes recuerdan?


Señorita Gruñona

jueves, 23 de julio de 2009

Retroceder nunca, rendirse jamás

Creo que si hay algo a lo que todos aspiramos es a llegar a algún momento de nuestras vidas en donde podamos decir, de corazón, que no hay remordimientos ni arrepentimientos. Que la vida se dio como se dio y uno se la jugó al todo o nada. Poder estar en paz con el pasado.

Me gusta considerarme una persona jugada. Aunque cueste y salga medio averiada, me gusta entregarme al mil por ciento. No me gusta quedarme con la sensación de que podría haber hecho más, que podría haber ido más lejos, que si hubiese avanzado un poco más a lo mejor habría alcanzado mi cometido. Y lo que puede sonar como algo bastante positivo, para mí es un karma. Es el enemigo interno con el cual tengo que luchar cada día para que no me juegue malas pasadas.

La primera parte de mi pololeo con Antonio fue casi de película: nos parecíamos en tantas cosas, nos gustaban otro tanto más. Pasábamos horas caminando conversando de todo y de nada. Y durante un tiempo, un buen tiempo, fuimos muy felices.

No recuerdo exactamente cuando todo eso cambió. Cómo de a poco nuestra bella relación se convirtió en una batalla campal de egos, una eterna competencia de quién podía manipular más a quién. Y eso de ser "jugada" comenzó a pasarme la cuenta.

Cuando me acuerdo de todo esto, al menos ahora conozco el momento en el cual debí haberme dado por vencida y dejar que cada uno siga su rumbo, por último por la sanidad mental de cada uno. Pero no, maniática y obsesiva como soy (dos conceptos similares, mas no iguales) me empeciné en hacer funcionar a toda costa la relación. Me puse como los caballos de carrera, solamente era capaz de moverme hacia adelante con todas mis fuerzas, arrastrando todo, intentando alcanzar una meta que ni siquiera tenía clara.

Eventualmente mi propia testarudez se rió en mi cara. Los dos habíamos puesto todas nuestras esperanzas en una relación que, por mala que fuera, era lo único bueno que teníamos en la vida en esos momentos. Así que cuando finalmente logramos ponerle un punto final a la situación fue un espectáculo monumental.

Por mucho tiempo culpé al pobre Toño de todo el asunto. Era incapaz de mirarme al espejo y reconocerme dentro del monstruo en que me había convertido ¿Siempre es tan fácil culpar a los demás en vez de asumir las propias responsabilidades? Supongo que sí.

Ahora, cada vez que me acuerdo del Toño, Robbie Williams susurra a mi oído:
I loved the way we used to laugh, I loved the way we used to smile
Often I sit down and think of you for a while
Then it passes by me and I think of someone else instead
I guess the love we once had is officially
Dead
Juana La Loca

lunes, 20 de julio de 2009

La Templanza

Querido público, hoy tenemos el grato placer de dejar con ustedes el relato de una de nuestras seguidoras, Catalina. Disfrútenlo, coméntenlo y envíen sus colaboraciones a soy.la.ex@gmail.com

Siempre he creido que las niñas son odiosas, envidiosas y resentidas. Pero así y todo poseen una caracteristicas que ellos, como masa, no poseen... LA TEMPLANZA. (excepciones hay en todas partes, vale decirlo).

Por raza, me consta que por muchas ganas que se le tengan a un individuo en cuestion, una no saltará a colgarse al cinturón del susodicho y lo tirará al piso para darle un porrazo de antología.

No.

A eso se le llama templanza. Se prefiere los múltiples contactos en un espacio tiempo, por el gusto de estar compartiendo con esa persona.

Pero (algunos de) ellos... ellos, no. Ellos definitivamente piensan con la cabeza equivocada y se jactan de que "no pueden evitarlo porque son hombres".

PERDÓN?!

Pues hoy me he desayunado con un tópico de estos: "no puedo acompañarte porque mis hormonas no me dejan"... O sea que te importa un pepino mi compañía o mi inocente amistad; y las veces que te salvé la vida, enano malagradecido, fue porque guardabas la secreta esperanza de tirarme al piso y mandarte flor de polvo, porque al nene, al pobre víctima inocente de su sistema endocrino "las hormonas no lo dejan".

Entérate que a mí sí me interesaba tu amistad, por tu persona, por lo que teníamos en común. Las veces que te ayudé fue de buena fe y no porque se me pasase semejante asunto por la cabeza. Ni estando sola, kinder!

Pero no... decidiste arruinar AÑOS de amistad por una calentura inexplicable y dejarme enfadada y desilusionada por el genero masculino en general. Yo que tú, duchas frías, cariño.... duchas frías.

Catalina

viernes, 17 de julio de 2009

La reparadora de hombres

Me ha tocado estar al lado de hombres que, por diversas razones, llegan a mí profundamente dañados: ya sea por algún estrepitoso fracaso amoroso, por alguna relación sicópata que hayan tenido anteriormente –o la mortal combinación de ambos… para nada aconsejable-, y los que están preacondicionados a la soltería.

Quizás los hombres que leen este blog habrán notado que una gran parte de la población femenina se siente atraída por lo que llamaré "los chicos malos", a tal punto que muchas de ellas pueden tener al lado suyo al hombre ideal - ése que ellas mismas describen con las manitos tomadas y los estrellitas en los ojos... si me los sé de memoria: "que sea comprensivo, cariñoso, inteligente, preocupado, esté pendiente de mí y no le moleste acompañarme", a lo que yo agregaría 'y que no sea gay' como requisito -, pero están tan ocupadas en cazar chicos malos que ni siquiera se dan cuenta.

Al final, Dulcinea no quiere un hombre como ella describe sino todo lo contrario: quiere que la haga sufrir, que le ponga los cuernos y la mantenga en la constante duda de si la ama o no... por lo menos eso es lo que se podría inferir de las elecciones que hacen a la hora de buscar nuevos amores.

Lo que pasa es que el llamado hombre ideal es al que estas mismas Dulcineas (por no decir algo más) terminan por entregarle otro papel dentro de sus vidas: el del paño de lágrimas, A.K.A. el amigo del alma que cada vez que tienen un entuerto amoroso las espera con su café (o flores o helado, whatever) preferido para que pasen las penas.

Y ahí está Dulcinea: se siente afortunada de tener un amigo tan bueno, reza todas las noches por que el amigo no se fije en ella porque le daría cosa romperle el corazón... so sweet.

El problema, querida Dulcinea, es que hiciste algo peor: el amigo, acostumbrado a que te fijes en cualquier adefesio antes que él, tiene una autoestima menor a cero, sufriendo porque realmente cree que necesitas todo eso que bien él podría darte... pero como te gusta que te galanteen tampoco le aclaraste las cosas, dejándolo atormentarse durante mucho, mucho tiempo.

Finalmente ese hombre, acostumbrado a ser el mejor amigo de todas, consigue pareja. Una chica que sí vio que él era una buena persona, no era un tipo egoísta como los que persiguen las Dulcineas y decidió quedarse con él, cuidar sus heridas entregarle amor, hacer que olvide los malos ratos. Una chica como yo.

Pero ocurre que apenas el amigo del alma tiene una chica a su lado de la que preocuparse, atender y etcétera, inmediatamente ingresa al 'mercado de los hombres deseables' del medio. Aún no entiendo cómo ni porqué, pero al estar emparejado todas las Dulcineas (ojo, no quiero decir mujeres sino DULCINEAS) parecen por fin verlo y notar la lista de cualidades del amigo eterno.

Y si bien es agradable sentir que lograste cambiar a una persona para bien y que eso es notado por el resto, la mayoría de las veces sólo terminé siendo la persona que estaba allí para preparar a esos hombres para ir tras su gran amor, la maldita Dulcinea.

Con el tiempo me di cuenta de que los chicos tímidos, a medida que más reforzaban su personalidad, más egoístas se volvían. Ellos también tenían esa manía de ir tras amores que les hacían daño sin entregarles ni un poco de correspondencia (porque si fuera ese el caso, lo dejamos ahí y listo), y dejé de fijarme en esos chicos que te dicen que son "tan lindos y amorosos, pero han tenido mala suerte en el amor".

¿Mala suerte?... Perdón pero ellos, al igual que todos –incluidas las Dulcineas y quien les habla-, sólo han tenido lo que han buscado.



Liss

lunes, 13 de julio de 2009

Amigas Aguja

Dedico este espacio a las amigas de los pololos (no todas).

Antes de eso quiero declarar que no soy celosa, o al menos intento no serlo, porque entiendo que es molesto además de que consume energías de las que no sobran, pero puta, hay cosas que molestan, ¿no?

Durante períodos largos de mi vida me vi rodeada de muchos amigos, hombres, cosa que nunca traumó mayormente a mi pololo de aquel entonces porque los muchachos me veían así, como un muchacho más, una parte de más del grupo delante de la cual podían eructar o hablar de mujeres sin ningún respeto. Y yo siempre fui ubicada. Nunca permití que nadie se pasara rollos, viera intenciones donde no las había, o se sintiera con la libertad de tocar puertas que son privadas. Me porté bastante bien. Y siempre he sido así.

Pero existe un grupo de mujeres que no son así. Las denominaré para estos fines "amigas aguja".

Esta clase de amigas pueden ser tanto previas a la relación de una con el susodicho o posteriores, suelen ser de estas muchachas dulces, muchas veces con voz un tanto chillona, y casi siempre tienen un prontuario de exs más largo que lista de ramos de medicina de la Universidad de Chile (podría decir que son sueltas, pero suena feo), vienen a veces con hijos, o con traumas de parejas, enamoradizas, pero con un terror manifiesto a las relaciones duraderas y serias, se presentan como cancheras, independientes, bonitas a su manera, y con ese afán de pellizcar la uva ajena de un modo sutil para ellos, pero evidentes para el resto de nosotras. Imagino que más de alguno de uds, queridos/as lectores/as, se estará acordando de alguien que ha pasado por el camino de sus vidas y que cuenta con estas características.

La amiga aguja se siente con derechos que probablemente nadie le ha dado. Se siente con capacidad irrefutable de poner mensajes en Facebook, blog, fotolog página que sea manifestando que su amigo estaría mejor soltero que con una, pero tampoco son comentarios directos.

De manera mágica logran juntarse con nuestra pareja justo cuando nosotras no podemos estar, de una forma tan espontánea que al muchacho en cuestión ni siquiera se le pasa por la cabeza mandar un msn rasca comentando que va a salir con ella, por lo que nosotras nos terminamos enterando de esos inocentes eventos por medio de ella, que también se cree amiga nuestra.

Y cuando tenemos la mala o buena suerte de encontrarnos con ella mientras estamos con él, ella hace comentarios del estilo "nosotros dos siempre nos vemos por lo menos una vez al mes" o "lo pasamos tan bien la otra vez que (poner nombre que corresponda) me fue a dejar en auto a la casa y nos quedamos conversando" o, poniendo su mano en la mitad superior de su muslo "me pasas a buscar mañana, ¿no?".

A veces inclusos reclaman en contra de la ex de él, diciendo que ella era una loca maniática que la odiaba y entonces, por primera y única vez en la vida, sentimos que estamos de acuerdo con la mujer que estuvo donde nosotras estamos ahora.

Y claro, él nunca se da cuenta de que la amiga es pasada para la punta, que no es normal estar apretándole la pierna al amigo en frente de la polola con tantas ganas que pareciera querer contar cuántas monedas tiene en el bolsillo. Él, como no tiene segundas intenciones para con ella, no ve que ella sí las tiene hacia él, o al menos eso manifiesta.

Pero una, que ha coqueteado más de alguna vez, sabe que nadie le toca el brazo a nadie más, o le pone la mano en el pecho por accidente.

Y me pregunto, ¿cuál es el afán de tomar de la mano al polola de otra, llorarle una pena casi siempre ficticia y buscar un beso en la mejilla innecesario?

No pretendo justificar a nadie con esto, pero entiendo que los hombres así como raza no entienden indirectas por más directas que sean, por lo que puedo considerarlos no culpables en esto (aunque no inocentes). Entonces, si nosotras, por naturaleza, somos más suspicaces, ¿por qué hacerlo? ¿es que estas amigas aguja son tan inseguras que tienen que estar coqueteando con todo el mundo por si acaso? ¿no se dan cuenta que molesta eso de estar empujando la línea para ver hasta donde aguanta? Por lo irónico de esto es que ellas mismas suelen ser de lo más posesivas con sus propias parejas, ¿entonces?

Creo que la relación entre hombres y mujeres sin elementos sexuales existe, que se puede ser amigos, casi hermanos, y nada más. Pero también creo que sin bien los hombres suelen ser distraídos, las mujeres somos inteligentes, y no es común que demos puntadas sin hilo.

Recuerdo que mi ex subía al fotolog fotos de él con su amiga aguja tirados en el pasto tomando sol. Y cuando yo lo miraba con cara de pregunta me decía que no fuera irracional, que eran solo amigos. Recuerdo también que ella lo piropeaba por el mismo medio, y se jactaba de ser la primera en postear. Recuerdo otra ocasión, protagonizada por otros elementos, donde la amiga aguja acercaba el cuello a su amigo y le pedía que la oliera, puesto que ella no recordaba si se había puesto perfume, mientras la polola del chico en cuestión ponía los ojos en blanco, imagino yo que buscando fuerza de voluntad para no matarla. O la amiga sentida en las piernas de él, puesto que no encontraba donde más sentarse. O contestando una llamada de la polola en el celular de él, después de habérselo sacado del bolsillo del jeans, para decirle con risitas que está ocupado, que la llamará más tarde.

Podría seguir horas, tanto con vivencias mías como ajenas. Y nunca he podido entender por qué es que las amigas aguja son así. Y ya que he renunciado a obtener explicaciones que me satisfagan (aparentemente para entender a una amiga aguja hay que ser una amiga aguja), aprovecho esta oportunidad para hacer un llamado a esta raza de mujeres que tan seguido muestran la hilacha y nos hacen ver a todas mal: chiquillas, por favor, paren de pellizcar la uva ajena, porque además de ser molesto, es feo, consíganse su propio hombre y busquen cosas dentro del bolsillo del jeans de él, confórmense con los bíceps de él, o por último, de alguien que esté soltero, ¿ya? Las relaciones de pareja ya son lo suficientemente complicadas como para que ustedes se dediquen a inventar fogatas problemáticas y alimentarlas, les pido, chiquillas, ubíquense, y así nos hacemos todas la vida un poco más fácil.

Leonor

martes, 7 de julio de 2009

¡Yo no soy tu mami!

Desde mis primeros chapuceos en relaciones amorosas estables, siempre he sido la 'niñita' que adoran las suegras, la que hubiesen querido como hija a la que llevar de compras y jugar a las tacitas cuando chica.

Y eso porque siempre, desde la primera visita a la casa del pololo de turno, me acostumbré a 'ayudar' en la casa con cosas chicas: poner la mesa, levantar los platos después de la comida, servir té... haciendo que mi galán poco a poco aprenda también a ponerse las pilas con el orden y aseo de la casa.

Es que me asombra cuántos Edipos hay por ahí dando vueltas (y la cantidad de ellos con los que me he topado yo...), viviendo acostumbrados a que la mamá y la nana les hagan todo*.

Una vez estuve emparejada con un caso clínico, un chico que necesitaba que le dieran órdenes para todo: cuando nos quedábamos a dormir juntos me tocaba despertarlo, avisarle que estaba lista la ducha y llamarlo a desayunar... en su propia casa. Son cosas que una hace de amorosa, claro, pero de vez en cuando me aburría tener que esstar pendiente hasta de si se había lavado los dientes o no.

Otro de mis exs era uno de los alabados hombres que saben hacer más que un huevo revuelto y era el principal chef de la casa. Pero jamás tocaba la loza después de cocinar. Su madre debía llegar después del trabajo a lavar el alto de ollas y platos acumulados durante el día con las suculentas comidas con las que se lucía el hijo hacendoso del hogar.

Algo que siempre detesté fue que algunas** de mis antiguas parejas tuvieran la costumbre de hablarme como cabros chicos en ocasiones donde, envuelta en la pasión, esperaba más a un hombre bien macho que a un bebé. O sea, tengo instinto maternal pero sospecho que tú lo estás malentendiendo.

También puedo decir que gran parte de mis exs tenía una seria dificultad para comunicarse con el resto del mundo, y solía terminar escuchándoles sus problemas, incluso los más mínimos, que terminaban por volverse gigantes gracias a su cero manejo de conflicto.

Y lo terrible es que fueron sus propias madres las que los acostumbraron a ser así de dependientes y a crear relaciones de dependencia con las mujeres que van conociendo -Ok, admito que algo*** de culpa tengo en dejar que eso pase-.

Una vez mi gran amigo de universidad me contó que se sacaba buenas notas porque tenía la costumbre de encerrarse en su habitación, donde nadie lo iba a molestar, mientras que sus hermanas (y yo en mi casa) dividían su tiempo entre las 'labores domésticas' y el estudio.

Me pregunto qué será de todos ellos el día que tomen sus bártulos y tengan su propia vida.



Señorita Gruñona

*: Obviamente, también he tenido la desgracia de toparme con mujeres con esta misma actitud, pero como jamás he tenido una relación amorosa (ni de amistad) con ellas, prefiero abstenerme de comentarlo.

**: Pocas, gracias a Dios.

***: O quizás más que algo, pero prefiero dejarme eso para mí misma.

 
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